LUMA: un sistema débil con $13 mil millones en el bolsillo. Faltan respuestas

Lea la columna del periodista Julio Rivera-Saniel

Metro Puerto Rico
Julio Rivera Saniel Metro Puerto Rico

La tarde del lunes se daba uno de esos episodios que ocurren con poca frecuencia. Casi como los eclipses. Momentos que ocurren en tan raras ocasiones que hay que aprovecharlos y contemplarlos con detenimiento cuando se producen.

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La gasolina para el milagro fue LUMA Energy. Aun cuando la compañía privatizadora de la red de transmisión eléctrica ha realizado múltiples esfuerzos para presentar ante el país una imagen de fortaleza y eficiencia, esa imagen no ha colado ante el país particularmente tras las interrupciones en el servicio después de Ernesto, aquella tormenta que no pasará a la historia por daños particularmente catastróficos pero que aún ayer mantenía comunidades sin servicios de luz y agua. Y claro que la mayor parte del país tiene servicio.

Pero para el ciudadano promedio sigue dejando mucho que desear que zonas apenas impactadas, según los alcaldes, por los vientos del sistema permanezcan sin servicio. Si me lo preguntan, la respuesta de LUMA ha tenido enormes tropiezos en la forma.

Su liderato se ha proyectado altamente técnico, burocrático y, en ocasiones, frío e insensible. Una proyección que contrasta con las historias diarias que inundan las redacciones de los medios en los que los ciudadanos, sin servicio, no salen del hoyo.

A eso añadir que el mensaje de la atención rápida de las querellas de interrupción de servicios que LUMA quiere proyectar se estrella directamente con la realidad. Y aquí es que los alcaldes han cantado la misma canción. Uno tras otro ha denunciado que –intencionalmente o consecuencia de una evidente ineficiencia- LUMA está borrando del sistema querellas que aún no han sido atendidas.

El primero en denunciarlo públicamente fue el alcalde de Comerio, Josean Santiago. Sin embargo, el lunes todos los alcaldes le hacían coro. Incluso, la comisionada residente para quien “Es evidente” que se manipulan las cifras de recuperación. La jugada denunciada es sencilla: 1. Alguien llama para reportar la interrupción del servicio 2. Luma asigna un número de querella 3. El servicio no es restablecido 4. Cuando se llama a dar seguimiento a la querella sin resolver, LUMA afirma que “no aparece nada en sistema” o que “la querella ya fue atendida”. Evidentemente, tales denuncias –y que LUMA haya tardado en reaccionar a ellas con un plan correctivo- tienen el efecto inevitable de poner en entredicho las cifras oficiales. Luma no puede seguir ignorando el asunto y para intentar ganar algo de credibilidad ante los clientes molestos, tiene que hacer acto de contrición y proponer enmiendas inmediatas  a su proceso de atención de querellas. Un proceso que tiene poco que ver con la eficiencia de los empleados y mucho con las decisiones administrativas de la empresa.

A todo lo anterior se suma el hecho de que a cuatro años de su presencia en la isla y con 13 mil millones de dólares asignados para la recuperación y reconstrucción de la red eléctrica, ya va siendo cada vez menos efectivo aquello de que el sistema es vulnerable porque así lo encontraron.

Si. Claro que lo hallaron de esa forma. Pero, de igual manera, lo encontraron en quiebra y sin recursos para invertir en su infraestructura. Ahora el cuento es distinto. El Gobierno federal ha comprometido 13 mil millones de los cuales apenas $3mil han sido comprometidos a proyectos puntuales. Así que la pregunta recurrente que sigue sin una contestación efectiva es, ¿Por qué apenas hay proyectos si sobran los chavos? Con toda probabilidad la respuesta es compleja. De seguro no todo el peso de la lentitud en los planes recae en la administración de LUMA. Desde luego que entraran en juego otros factores cómo la burocracia federal, la lentitud en la aprobación de propuestas, el Negociado de Energía y otros mil peros.

Pero si ese fuera el caso, ¿Quién los explica y le pone el cascabel al gato? Aun contando con que lo anterior podría ser parte de la respuesta, todo apunta a que el resto de la contestación es la propia dificultad que enfrenta la empresa en proponer sus proyectos de mejoras. Porque, después de todo, para que los federales “suelten” el dinero primero hay que convencerles; decirles cómo se va a gastar la plata y cuando. Sean cuales sean las excusas, lo que es claro es que no hace ningún sentido tener achocados 13 mil millones de dólares en dinero público y, en contraposición, un sistema hecho pedazos. Ya va siendo hora de sustituir las excusas con respuestas. Pero, sobre todo, con ejecución.

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