Como expliqué en mi columna anterior, estuve la semana pasada desconectado de la cotidianidad ya que en la familia estábamos acompañando al grandulón de la casa a comenzar su vida universitaria en el noreste de los Estados Unidos. Además del proceso difícil que resultó el viaje, fue realmente una desconexión real para mí del acontecer noticioso. Puse todos los chats del trabajo en “mute” y apenas entraba a las redes sociales, muy enfocado en la transición familiar por la que pasábamos.
Hacía tiempo no me desconectaba de verdad, aunque fuera por poco tiempo. Por ende, hacía tiempo no experimentaba la sensación que tuve al llegar a nuestra isla querida. ¿Cuál es esa sensación? Primero, la obvia. La de ver los mismos problemas. Todos viajamos y llegamos con la misma ilusión boba de que al llegar, algunos asuntos, algunos por lo menos, estén resueltos. Como si uno viajara para darle break al país a resolver los problemas para llegar con una carga menos pesada. Todos hemos tenido esa sensación. La sensación de que sabemos que llegaremos a esperar la primera desilusión, aunque sea con la maquina que cobra el parking en el aeropuerto que no funciona, para proclamar a los cuatro vientos que el país sigue igual de chava’o. Sabíamos que iba a ser así, pero lo hacemos como una reacción tan automática como la de aquellos que aplauden cuando las gomas del avión pisan el cemento de Isla Verde.
La otra sensación que nos da cuando llegamos tras un periodo de desconexión de los problemas isleños es la de ver los problemas con mas claridad de la que teníamos cuando nos fuimos.
Llego al programa de televisión del lunes y uno de los temas que me toca atender es una controversia por las papeletas de las próximas elecciones porque el encasillado para que los electores nominen personas de manera directa a puestos electivos es muy pequeño. Me topo que hay una demanda en los tribunales, que el calendario de trabajos electorales está atrasado y que un juez no acababa de decidir. ¿En serio? ¿Ese tema nos detiene más de un segundo para una conversación publica? Señoras y señores, el asunto luce de bastante resolución fácil como para invertir energías colectivas en ello.
Llego y el problema con LUMA esta peor. Los relevos de carga, la forma trending de llamarle a los odiosos apagones, cada vez son más amplios afectando a mas y mas gente. A esto, el gobernador dice que no hay “nada” que decirle a los afectados y los candidatos políticos principales lanzan propuestas a la pesca de votos.
Si el proveedor del servicio, llámese como se llame, no esta cumpliendo con el trabajo que se supone que haga, ¿no es lo obvio que se active el proceso que contemple la ley para una rendición de cuentas con sus debidas consecuencias? ¿Por qué es tan difícil hacerlo? Si es multas, multas, y si es cancelación o modificación de contrato, pues que así sea. ¡Pero no debemos seguir dándole vueltas a la noria como si se tratara de un amigo al que no queremos traicionar! A fin de cuentas, no nos regalan el servicio, lo pagamos y nos ha costado mucho.
Nada, que a veces hay que desconectarse varios días para entender mejor los problemas y procurar soluciones rápidas y sencillas. Nos ahogamos demasiado en un vaso de agua.