Las expresiones de Bad Bunny en el podcast de El Tony publicadas antes de ayer y las de Anuel en la tarima de Trump el viernes en Pennsylvania han levantado toda una discusión sobre la participación de los artistas, como ciudadanos influyentes, en la política electoral.
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¿Por qué no? Los cantantes, actores y otros exponentes de nuestra cultura son tan ciudadanos como los profesionales de tantas otras áreas, como para expresarse y apoyar a quienes deseen. Ahora bien, tienen que entender que la cocina, sobre todo a dos meses de las Elecciones Generales, está bien caliente y hay que estar dispuesto a coger calor.
El que crea que esto es algo nuevo en nuestra sociedad, se equivoca. Nuestra historia política está llena de episodios como estos en los que artistas intervienen. Unos porque se dejan usar de algunos políticos con la promesa de beneficios si ganan las elecciones, como cualquier gran donante en una campaña electoral, y otros porque realmente se meten al caldero por pura convicción.
Recordemos en la última década del siglo pasado los sucesos con Danny Rivera y la quema de discos por un respaldo a la administración popular de entonces que enfrentaba una gran oposición por el primer intento de vender la Telefónica de Puerto Rico. En esa misma década, recordemos también la cantidad de artistas que le declararon la guerra a la administración de Pedro Rosselló por la política privatizadora que implementó. De ese gran movimiento se ganó una gran fanaticada el grupo Fiel a la Vega.
A principios de la década del 2000, tras la muerte de un civil por una bomba de la Marina de Guerra de los Estados Unidos en la isla municipio de Vieques, fueron muchos los artistas que adquirieron protagonismo en los actos de desobediencia civil como Cultura Profética.
En Estados Unidos quien comenzaba a ser mundialmente famoso, Ricky Martin también daba sus apariciones en la Casa Blanca causando cierta polémica provocándole una ruptura con uno de sus escritores, el gran Draco Rosa.
En las pasadas dos décadas algunos artistas se han vinculado al PNP como el reguetonero Tito “El Bambino”, Glenn Monroig y José Juan Tañón.
Muchísimo antes, en los ‘60 y ‘70, con los movimientos independentistas en todo su apogeo, surgió la “nueva canción” o mas tarde la “nueva trova” de donde nacen grupos y artistas tales como Roy Brown, Antonio Cabán Vale, Haciendo Punto en Otro Son, Moliendo Vidrio, entre otros.
Con este liviano recuento lo que quiero decir es que, los artistas puertorriqueños han sido activos en nuestro quehacer político con una intensidad que ha variado de época en época. Un revuelo público por lo que hizo Anuel o Bad Bunny en esta pasada semana es no conocer de historia. Lo correcto es analizar el contenido de sus mensajes, profundizar sobre ellos y que la gente decida si los toma en consideración, junto a una multiplicidad de otros factores, al momento de llevar su decisión a las urnas. Votar por x o y candidato porque lo dice uno u otro cantante es igualmente ignorante.
Ahora bien, los artistas que se meten en la olla tienen que reconocer que abren la puerta a que sean preguntados con más profundidad sobre sus pensamientos. Solo así sabremos todos el alcance de lo que piensan y la gente tendrá con más claridad su verdadero sentir.
Solo así valdría la pena que sean verdaderamente “influencers” en el terreno político e intervengan por el bien del país.