Opinión

No metamos la pata en las urnas

Lea la columna del periodista Julio Rivera Saniel

Cuando se habla de los cabos sueltos de cara a las elecciones de noviembre, el tema levanta ronchas. Las críticas –en la más estricta tradición local- en ocasiones son despachadas como berrinches “de la oposición”. Y claro que en ocasiones los ataques son solo eso: acusaciones infundadas. Sin embargo, el asunto debe ser atendido con seriedad y premura.

Sucede que los señalamientos sobre las fallas en el aparato electoral han trascendido de la pelea local entre partidos. Las banderas rojas han sido levantadas esta vez por un importante organismo internacional. Se trata del informe de la Unión Americana de Organismos Electorales (UNIORE) que, en su más reciente informe, ha detallado múltiples deficiencias que habrían tenido lugar en las pasadas primarias y que, miradas con detenimiento, podrían servir para colocar sombra sobre el proceso electoral de noviembre.

En primer lugar, largas e incómodas filas. Según la UNIORE un número demasiado alto de centros de votación experimentó filas largas que se debieron, según el reporte, a problemas con las máquinas de escrutinio electrónico que no leían correctamente las papeletas.

En segundo lugar, el informe cuestionó el respeto a la confidencialidad del voto. De acuerdo con la organización. “En algunos de los colegios electorales observados, los cubículos de votación estaban ubicados de tal manera que se podía ver perfectamente cómo votaban las personas, toda vez que la espalda del votante daba hacia dónde estaban los otros votantes y los integrantes del colegio electoral. En algunos sitios había el folder ciego y en otros no, y este era importante, porque se requería para que los votantes resguardaran sus papeletas mientras esperaban depositarlas en las urnas” dice el escrito de la comisión que, de paso, destacó que aun cuando la secretividad del voto era puesta en peligro, el asunto no fue “tema que preocupara a los votantes”.

Los integrantes de la comisión señalaron además deficiencias en cuanto al proceso de escrutinio, que describieron como “lento” y, de paso, distinto entre un colegio electoral y otros, por lo que les pareció poco uniforme. Precisamente, la UNIORE recomendó a la Comisión Estatal de Elecciones la realización de una campaña de orientación para explicar a los electores el uso correcto de las máquinas, cosa que hasta el momento no se ha llevado a cabo de manera masiva.

Si a lo anterior añadimos las preocupaciones  en cuanto a la lentitud en la aprobación de los reglamentos de la elección general, las dudas sobre el voto adelantado y la depuración de listas para sacar de ellas personas fallecidas (una tarea que se ha dejado para último minuto y que, a todas luces, no estará completada a tiempo para las elecciones) tenemos sobre la mesa una larga lista de asuntos sin atender que, de ser manejados de manera ineficiente, pueden poner en entredicho el resultado electoral. No podemos permitir que eso vuelva a ocurrir. ¿Qué hacen falta recursos económicos? ¡A denunciarlo! La opinión pública respaldará un reclamo de solicitud de fondos si entiende que se trata de un pedido justo para salvaguardar el proceso electoral. La pregunta es si las soluciones para estos asuntos ya están encaminadas o, por lo contrario, nos hemos abandonado en el conformismo. Y eso señores sí que sería peligroso.

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