Todas las encuestas formales y científicas que se han hecho públicas, así como muchos sondeos informales, apuntan a que la comisionada residente, Jenniffer González, es la que más probabilidades tiene de prevalecer en la contienda electoral del 5 de noviembre y convertirse en gobernadora de Puerto Rico el 2 de enero.
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En días recientes, pude ver un estudio realizado y en el que se refleja que cerca del 40% de los consultados se pronunció estar “indeciso”, poco más de un 31% dijo que votaría por la comisionada González, cerca del 15% por el candidato independentista Juan Dalmau, alrededor de 12% por el popular Jesús Manuel Ortiz y un 4% por el alcalde Javier Jiménez.
Uno puede observar una ventaja holgada de González sobre Dalmau, pero ese número gigantesco de personas que dicen estar indecisas debería ser preocupante en la campaña de la líder estadista. Yo no estoy validando la metodología ni los resultados, pero este estudio coincide con otros en algunos aspectos e incluso, cuando uno habla con personas en la calle, sí se siente indecisión en un gran sector.
Dentro del universo, pareciera ser que el Partido Nuevo Progresista sigue siendo la organización política que mayor lealtad tiene de sus seguidores. Aún con una erosión innegable, luce seguir siendo el partido con mayor base, en comparación con los demás. Eso es bueno para González, pero no le garantiza nada.
Claro, ese número de indecisos puede ser cuestionado, con toda razón, ya que es más grande que los porcentajes de todos los candidatos. Igual puede ser cuestionado el porcentaje de Jesús Manuel Ortiz porque aún con un éxodo palpable de populares, no debería ser un partido que su candidato esté por debajo del 15%. Ahora bien, a mí no me extrañaría tampoco que ese número de indecisos sea alto en este momento por todas las controversias que se han suscitado en las pasadas semanas alrededor de los candidatos. No tan alto como lo que vi, pero sí un número inusual.
¿Qué es parte de lo que uno escucha en la calle sobre los candidatos? Pues presumo lo mismo que usted: los cambios de comisionada, que dice una cosa hoy y otra mañana de un mismo tema; la timidez e incomodidad de Juan Dalmau cuando le preguntan sobre la dictadura en Venezuela; y de Jesús Manuel Ortiz, que no proyecta fortaleza en la campaña. Usted puede estar de acuerdo o no, pero son temas que han acaparado titulares, análisis formal y análisis “de panadería”.
No ha existido un candidato en tiempos modernos que mantenga una ventaja holgada, por más que esté bien aspectado en la contienda. Esto lo digo sacando al exgobernador Luis Fortuño, que en 2008 prevaleció con sobre 11% de ventaja sobre Aníbal Acevedo Vilá. Obviamente, fue una elección donde el exgobernador popular enfrentaba un proceso judicial y eso tuvo un efecto incendiario en la elección.
Posterior a ese evento electoral, en 2012, de una ventaja de sobre 20 puntos porcentuales, Alejandro García Padilla bajó y prevaleció por .05%. En 2016, Ricardo Rosselló ganó por 3 puntos, cuando también tenía una ventaja considerable, y, en 2020, Pedro Pierluisi prevaleció por 1.5%. Contrario a esas elecciones, quien parece perfilarse en estas para llegar en una segunda posición es el candidato Dalmau. Para ganar la gobernación, numéricamente hablando, Juan Dalmau tendría que absorber el 100% de los votos que Alexandra Lúgaro obtuvo en 2020, que fueron 179,000 (14%), más los 174,000 (14%) que él obtuvo para tener cerca de 353,000 votos, los que representa un 28%. Pedro Pierluisi triunfó con el 33% de los votos. Hablamos que Dalmau necesitaría más de 74,000 para prevalecer como gobernador (un 5% adicional). ¿Es alcanzable esa meta? En política nada está escrito y eso no es tanto. Según escuché, hasta esta semana se habían inscrito alrededor de 60,000 nuevos eletores.
El candidato independentista tiene el reto de absorber todos los votos de Lúgaro y el de los nuevos electores. Es complicado pensar que el 100% de los “lugaristas” voten con él porque hay quienes votaron por ella, por ser ella. Tampoco es real que se lleve el 100% de los nuevos inscritos. No obstante, tiene el carisma para atraer votos. Para prevalecer como gobernador está complicado, pero para quedar en un buen segundo lugar, los votos pueden estar ahí.
En el caso de Jenniffer González, tiene el reto principal de atraer a su contendiente primarista, así como a los seguidores de este. El tiroteo entre Pedro Pierluisi y Jenniffer González trascendió al 2 de junio. Llevan una semana apuntándose y halando gatillo. No obstante, ella ha actuado más emocional y menos estratégica al abordar los comentarios del gobernador. Él no tiene nada que perder; ella sí. Ella no lució madura al responder que por comentarios como los que hizo Pierluisi, este perdió. Ella es la líder ahora y la responsable de unir para ganar ella. Luis Fortuño siguió recibiendo ataques del bando de Pedro Rosselló luego de la primaria del 2008, pero actuó de manera madura y no contratacó a Rosselló ni respondió los ataques internos. La comisionada actúa como si estuviese interactuando con un político opositor en el hemiciclo de la Cámara. Eso es un error, máxime cuando los disgustados tienen dónde aterrizar con la figura de Javier Jiménez.
Es altamente probable que se materialice la proyección de que esta contienda pueda ser entre Dalmau y González. Ambos tienen sus retos y los próximos 54 días van a ser medulares. No pueden esconderse, pero tienen que ser asertivos, consistentes y hablar sin miedo en sus comparecencias públicas para atraer ese sector indeciso.