La burocracia se ha convertido en un obstáculo significativo para el progreso y la recuperación, tanto en Puerto Rico. Este estancamiento burocrático se resalta en una nota reciente sobre cómo las exigencias de FEMA y la falta de agilidad en los trámites han dejado muchas estructuras históricas en un estado vulnerable, amenazando con perder importantes elementos del patrimonio cultural de la isla.
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¿Cómo llegamos aquí? La burocracia nos ahoga, pero no es sólo en Puerto Rico, también ocurre en los Estados Unidos. Un ejemplo es la Ley Nacional de Política Ambiental (NEPA) de EE.UU., que originalmente no requería revisiones exhaustivas, pero ahora los proyectos pueden tardar hasta cuatro años en aprobarse, generando informes de hasta 2,000 páginas. Este fenómeno, conocido como “inflación procedimental”, se ha extendido a muchas áreas de la administración pública, donde los procedimientos y directrices se vuelven cada vez más complejos y costosos.
Shyam Sankar, citado en un ensayo de Jen Pahlka, destaca cómo el marco de adquisiciones del Departamento de Defensa de EE.UU. ha pasado de ser un documento de siete páginas hace 53 años a uno de más de 2,000 páginas hoy, con una inflación burocrática anual del 11%. Este crecimiento incremental, aunque parezca pequeño cada año, acumula reglas que terminan haciendo que cualquier acción gubernamental sea más costosa y lenta de lo que debería.
El impacto de esta burocracia se observa también en programas diseñados para ayudar a la población. Por ejemplo, el Home Buyers Assistance Program en Puerto Rico, discutido en un episodio del Urbital Podcast con Fernando Gil Enseñat y Carlos Ayala, enfrenta retrasos debido a las interminables aprobaciones de agencias gubernamentales. Aunque este programa está destinado a facilitar el acceso a viviendas asequibles, la burocracia ha hecho que muchas personas abandonen la idea de utilizar la asistencia, alargando los tiempos de espera y dificultando la compra de viviendas.
Es revelador que la NEPA, cuando se redactó, no requería la revisión exhaustiva de proyectos que hoy es tan común. Marc Dunkelman señala que los autores de la ley pensaban que “dos burócratas deberían opinar una vez al año”, pero hoy en día, la mayoría de los proyectos de infraestructura deben pasar por revisiones que tardan años y requieren una gran cantidad de recursos humanos y financieros. Irónicamente, una ley destinada a proteger el medio ambiente se ha convertido en un obstáculo para combatir el cambio climático y reconstruir infraestructuras clave.
En última instancia, la burocracia no solo ralentiza la capacidad de acción, sino que pone en peligro la conservación del patrimonio cultural e histórico de Puerto Rico. En su libro Recoding America, Jennifer Pahlka señala: “La burocracia no se rompe simplemente eliminando trámites; se rompe rediseñando el sistema para que sirva a las personas y no a sí mismo”. Este enfoque es clave para Puerto Rico, donde un sistema orientado a la acción y al servicio público puede permitir avances significativos en la conservación del patrimonio, la infraestructura y la calidad de vida de los ciudadanos. Sin este rediseño, el futuro de la isla y su recuperación seguirán atrapados en un laberinto de procedimientos que impiden el verdadero progreso.