Puerto Rico enfrenta un desafío histórico: transformar su sistema energético para garantizar un futuro sostenible, justo y próspero. Más que una necesidad técnica, se trata de una obligación moral y económica. Contar con un sistema de energía confiable, eficiente y a precios razonables es fundamental para nuestro desarrollo económico y para mejorar la calidad de vida de todos los puertorriqueños.
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La reciente creación de un comité asesor para asuntos de energía por parte de la gobernadora electa Jenniffer González abre una nueva oportunidad para encaminar políticas públicas responsables. Esta iniciativa, si en realidad tiene la intención de atender el problema, tiene que traducirse en acciones concretas y transparentes que prioricen las necesidades del pueblo. De entrada, reitero que un paso esencial para garantizar el éxito de esta transformación es la cancelación del contrato con LUMA Energy. La gestión de esta empresa ha demostrado ser ineficiente y poco transparente, dejando a los ciudadanos en la incertidumbre y el descontento. Es imperativo encaminar la selección de un nuevo operador que cuente con la capacidad y el compromiso para transformar el sistema energético de Puerto Rico.
El futuro energético del país no puede seguir atado a intereses ajenos al bienestar de nuestra gente. Necesitamos un operador que priorice la modernización de nuestra infraestructura, la diversificación de nuestras fuentes de energía, especialmente hacia renovables, y la implementación de tarifas justas que no continúen castigando a las familias trabajadoras ni a los sectores productivos.
La energía es el eje que impulsa nuestra economía y sostiene servicios esenciales como la educación, la salud y la seguridad. Un sistema eficiente y confiable no solo reducirá costos para los negocios, sino que también fomentará la inversión, el empleo y la competitividad.
Este es un momento para actuar con seriedad y determinación. El camino hacia un sistema energético eficiente exige decisiones firmes, como la cancelación de contratos fallidos, y un liderazgo que trascienda líneas partidistas para priorizar el bienestar de Puerto Rico. La energía del mañana debe ser un reflejo de nuestra resiliencia y visión de progreso.