Cuando el extranjero habite con vosotros en vuestra tierra, no lo oprimiréis. Como a uno de vosotros trataréis al extranjero que habite entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. Yo, Jehová, vuestro Dios. Levítico 19:33-34 RVR95
“Primero se cae un embustero que un cojo”, decía mi madre repitiendo un viejo refrán. La candidata Jenniffer González dio varias versiones sobre su apoyo a Donald Trump antes de decir que lo apoyaba y que exageraban quienes pronosticaban consecuencias nefastas sobre su presidencia. En menos de una semana, Trump ha hecho quedar a la gobernadora como una mentirosa, fiel al estribillo de Bad Bunny, y ha lanzado al vacío tanto la economía puertorriqueña como la dominicana.
Los y las dominicanos/as son un componente medular de la fuerza laboral y la economía puertorriqueña. Como dijo un amigo, esta es la gente que se levanta a las cinco de la mañana a trabajar. Servicios de cuido de ancianos, limpieza de hogares y negocios, ventas de verduras, alimentos preparados, jardinería, construcción y mantenimiento cuentan con una masa de mano de obra dominicana que no siempre es compensada a precio de mercado. El miedo a las redadas de Trump ya ha vaciado centros de trabajo masivamente. Si los hermanos y hermanas dominicanos/as (con y sin documentos) decidieran no asistir masivamente a sus trabajos por un día les aseguro que por lo menos las grandes ciudades de Puerto Rico se paralizan.
Decir que la deportación de dominicanos se limita a criminales es una gran mentira. Están usando eso como excusa para detenciones y arrestos masivos. Han montado un circo que amedrenta a todos y todas, se han llevado incluso a puertorriqueños que de momento no tienen sus documentos. La determinación de posibles sospechosos se basa sobre un prejuicio racial (“racial profiling”) con matices xenofóbicos: todo hombre o mujer de tez trigueña o negra es sospechoso/a como si en Puerto Rico no hubiese habido negros y trigueños antes de la llegada de los/as hermanos/as dominicanos/as (¡!). Esto me recuerda la contienda por la alcaldía de San Juan de 1996 entre Sila Calderón, Nicolás Gautier y Jorge de Castro Font, donde se decía que Gautier era dominicano por el color de su piel.
El impacto económico de las deportaciones no tardará en sentirse agudizando la escasez de mano de obra, la contracción del consumo de bienes y el encarecimiento del costo de servicios personales y domésticos, así como los costos de construcción. La economía dominicana será impactada también significativamente por la disminución de remesas tanto desde Puerto Rico como de Estados Unidos.
Por otra parte nuestra vida cultural será también impactada. No se equivoque, sin la llegada masiva de los hermanos y hermanas dominicanos/as ni “la mujer de fuego”, Olga Tañón, ni Melina León, ni Gisselle, ni Manny Manuel, habrían sido merengueras/os exitosos con carreras artísticas de proyección internacional. Tampoco habríamos disfrutado del éxito de “La Finquita” de Tavín Pumarejo con el Conjunto Quisqueya. Estando en el mercado de la ciudad de Castries, Santa Lucía, en 1987, escuché un ritmo igual al “perico ripiao” interpretado por un conjunto con güira, tambora y acordeón, como el típico dominicano. Le pregunté a un amigo si el merengue no vendría desde Haití por el lado de los afrodescendientes franceses. Su respuesta fue que el merengue era el ritmo dominicano porque ellos lo “abrazaron” y lo hicieron suyo en los campos dominicanos. Hoy el merengue es tan puertorriqueño como la salsa, la plena y el reggaetón, somos caribeños.
La deportación masiva de dominicanos pasará a ser un capítulo funesto en nuestra historia. Una vez más, la kakistocracia del PNP y la plutocracia puertorriqueña mintieron. Este es un desastre anunciado. Se sabía que apoyar a Donald Trump para la presidencia estadounidense tendría estas consecuencias, aunque la derecha criolla lo negara. No le quepa duda, Trump es un canalla y Jenniffer… mentirosa.