En los pasados días, se llevaron a cabo varias vistas en la Cámara de Representantes atendiendo el nefasto proyecto de ley para permitir que, en nuestro país, se siga generando energía eléctrica quemando carbón. En otras palabras, continuar usando energía fósil, con alto costo a la salud y al medio ambiente.
La construcción y posterior operación de la planta de carbón de la empresa AES fue y ha sido escenario de una histórica lucha para cerrar esa gran fuente de contaminación. Esta lucha ha generado un amplio consenso, el cual logró detener el uso de las cenizas tóxicas que produce la quema del carbón como relleno en calles y urbanizaciones. De igual forma, se logró detener el depósito de estos residuos industriales en vertederos cercanos a las comunidades, luego de amplias manifestaciones en pueblos como Guayama, Peñuelas y Humacao. Se logró mediante ley ponerle fecha final a este crimen ambiental; no más energía con carbón después de 2027.
No obstante, en una clara y patente tracción a las familias de comunidades cercanas a la planta, a los que día a día reciben el impacto de la contaminación y luchan por un país saludable y con su ambiente protegido, el gobierno quiere extender la vida inútil de la carbonera AES. Acción que incluso va en contra del Comité de Expertos y Asesores del Cambio Climático, que proponen la eliminación del carbón.
El Proyecto de la Cámara 267 pretende darle continuidad, basado en el fracaso del gobierno de ser actor principal en el desarrollo de la energía renovable, en promover políticas de placas solares en techos en comunidades, y el desarrollo de microrredes. Es también muestra del fracaso de la privatización de la energía.
El gobierno defendió el proyecto sin aceptar ni reconocer el daño a la salud y el ambiente, sin reconocer sus violaciones a la ley, las multas millonarias impuestas, pero sobre todo, al consenso social de no más quema de carbón.
Es altamente probable que el primer proyecto de ley que apruebe la Cámara sea para violentar derechos y consensos sociales. No podemos sucumbir a la falsa narrativa de que sin AES no podemos vivir. Todo lo contrario, con la planta de carbón muchas personas pierden la salud y la vida.
¡No al carbón! ¡Fuera AES!