Opinión

Privacidad en peligro: de las cámaras ocultas al espionaje digital

Lee aquí la columna del exrepresentante por el Partido Popular Democrático, abogado y relacionista público

Una foto del representante Jesús Manuel Ortiz junto a su nombre.
Jesús Manuel Ortiz + columnista

En días recientes, Puerto Rico ha sido sacudido por la noticia de la instalación de cámaras ocultas en un lugar de alquiler a corto plazo, una clara violación a la privacidad de quienes confiaron en ese espacio para su disfrute y descanso. La indignación ha sido inmediata y justificada: nadie espera ser grabado sin su consentimiento mientras disfruta de su derecho a la intimidad. Sin embargo, mientras denunciamos este abuso, ¿nos hemos detenido a pensar en los riesgos similares que enfrentamos cada día en el mundo digital?

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Así como las cámaras ocultas atentan contra nuestra privacidad en el espacio físico, en el ciberespacio existe un fenómeno igual de alarmante: la recolección masiva e indiscriminada de nuestros datos sin nuestro conocimiento o consentimiento. Cada vez que navegamos por Internet, utilizamos redes sociales o descargamos una aplicación, dejamos un rastro digital que puede ser explotado por terceros con fines comerciales, políticos o incluso delictivos.

Las grandes plataformas tecnológicas recopilan información sobre nuestros hábitos de consumo, nuestras conversaciones y hasta nuestra ubicación en tiempo real. Ese es el producto más codiciado en estos días que vivimos. Aunque muchos aceptamos esos términos sin leer la “letra pequeña”, lo cierto es que estamos expuestos a una vigilancia constante, similar a la de una cámara oculta, pero con un alcance aún mayor. Lo preocupante es que, a diferencia del escándalo reciente, estamos expuestos a la invasión digital todos los días y en todo momento sin que siquiera seamos conscientes de ello.

Como abogado y como ciudadano, me preocupa que aún no se comprenda la magnitud de esta amenaza. Así como exigimos, y con razón, regulaciones estrictas contra las cámaras ocultas en espacios donde tenemos expectativas razonables de intimidad, debemos impulsar acciones más robustas para proteger nuestra privacidad en la red. La vigilancia sin consentimiento, ya sea en una habitación de hotel o en nuestra vida digital, es una afrenta a nuestros derechos. La pregunta es: ¿cuánto tiempo más tendremos que esperar para protegernos de quienes se aprovechan en la era digital?

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