Opinión

Sigamos luchando por los derechos de todas las mujeres y niñas este 8 de marzo

Lee aquí la columna de la abogada y excandidata al senado de MVC.

Columnistas + Rosa Seguí
Columnistas + Rosa Seguí

El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de las Mujeres. Este día es uno en el que internacionalmente nos manifestamos, protestamos y seguimos denunciando y exigiendo la erradicación de la discriminación, la desigualdad, la inequidad y la violencia de género. Este año 2025, el 8 de marzo se conmemora en medio de un ataque violento en contra de los derechos humanos. Las políticas discriminatorias del presidente de los EE.UU. Donald Trump -acatadas servilmente por Jenniffer González y su gobierno en Puerto Rico- tienen un impacto adverso sobre las mujeres en general y particularmente sobre las migrantes, las negras y las trans.

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Según la prensa, la gran mayoría de los arrestos contra las personas migrantes se están efectuando sin órdenes judiciales, por lo que muchas personas han tenido que recurrir al encierro. Se refugian sus casas por el temor que sienten de que agentes federales efectúen arrestos ilegales solo por su color de piel, su raza, su acento, su idioma, su género o por el lugar donde viven. Debido a estas redadas inhumanas efectuadas por ICE, y debido a que existe una comunidad de seres humanos cuyo estado migratorio es irregular o que están en espera de que se finalice el trámite burocrático para obtener su ciudadanía o residencia, muchas mujeres se han quedado sin trabajo involuntariamente. Estas mujeres recurren, paradójicamente al encierro, por temor a perder sus libertades civiles y derechos humanos.

Además de enfrentar la falta de sustento económico súbitamente y sin posibilidad de conseguir trabajo, tenemos que recordar el grave problema que enfrentan las mujeres cuando tienen que vivir en el encierro con sus agresores. Durante el encierro provocado por la pandemia, las autoridades de Puerto Rico reportaron un alza en los casos de violencia de género. Las mujeres migrantes pudieran estar viviendo encerradas con sus agresores y sin posibilidad de denunciar a las autoridades o buscar ayuda del gobierno por temor a perder su libertad y a ser separadas de sus familias y sus comunidades.

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