Opinión

¿Y después de los 100, qué?

Lea la columna del periodista Julio Rivera Saniel.

Los cien días ya pasaron. Y con ello, el amplio debate público que se desató sobre el balance de esa primera parte del primer año de Jenniffer González en la gobernación del país.

Pero más allá del éxito que reclaman las administraciones al comienzo de su gestión —porque todas lo hacen— y el fracaso del que le acusa la oposición —porque siempre lo señalan— conviene mirar con detenimiento lo que va de jornada.

El camino ha estado protagonizado por constantes controversias, algunas de las cuales le han colocado frente a frente con figuras de su propio partido por causa de los nombramientos a su gabinete de gobierno. Demasiado ruido.

Pero si nos sacudimos del escándalo y la distracción, ¿cuánto de lo caminado en realidad opera en función de atender los enormes problemas que hereda la nueva administración? Para contestar esa pregunta es necesario mirarnos al espejo y, con ello, identificar esos problemas que fueron plato fuerte en la discusión de cara a las elecciones.

Con esa imagen de frente resulta inevitable concluir que el ruido del que hablábamos oculta un enorme silencio sobre temas neurálgicos para el país, algunos de los cuales formaron parte de la contienda, y todos absolutamente importantes para atender nuestros asuntos presentes y futuros.

La lista es enorme.

En primer lugar, la percepción de inseguridad. Si bien el gobierno reclama —con razón— una reducción en las estadísticas de delitos violentos, esa reducción no se traduce en una realidad de calles seguras y percepción de seguridad. Tampoco en un cambio en políticas públicas que pueda traer consigo un cambio de fondo. El narcotráfico sigue siendo nuestro principal problema de seguridad. Raíz, según la Policía, del 88% de los delitos violentos que enfrentamos. Y la solución del Estado en términos de política pública sigue siendo el mismo acercamiento de hace 30 años. ¿La solución a nuestro principal problema es seguir haciendo lo mismo? Evidentemente el periodo caminado es insuficiente para ver cambios duraderos en las tendencias de delitos violentos, pero si se produjeran cambios en políticas públicas en esta etapa ya deberían asomarse las primeras señales de un cambio de rumbo.

En segundo lugar, el acceso a la salud sigue siendo un problema medular. De esos que no nos importan hasta que nos tocan de cerca. Escasez de especialistas, listas de espera de meses y decisiones que dejan desprovistos de tratamiento a decenas de pacientes. En su campaña, González prometió una fiscalización agresiva a las aseguradoras que manejan fondos públicos, reducir los copagos y deducibles y mejorar la red de proveedores. A mis preguntas aseguró que no le temblaría la mano para promover cambios con las aseguradoras.

En medio de la ronda de debates le pregunté: ¿Va a eliminar la discreción para que los planes no puedan cambiar los medicamentos recetados? ¿No le van a amarrar las manos por los donativos de ejecutivos de planes médicos a su campaña?

Y respondió: “A mí no me van a amarrar las manos. Un donativo a mí no me compra mi conciencia (...) También les vamos a quitar la discreción de darles las credenciales a los médicos y decidir dárselas en dos años (...) vamos a arreglar el licenciamiento para que inmediatamente puedan entrar en la red”.

Este asunto, sin embargo, sigue siendo un tema pendiente sobre el que urge acción. Tanto que los profesionales de la salud y los pacientes aguardan por cambios que eviten meses de espera para citas, otorgación de licencias en tiempo prudente y una mejor repartición de ganancias.

González igualmente planteó saldar la deuda de la Autoridad de Energía Eléctrica usando superávits y ahorros del Gobierno, para evitar nuevos cargos en la factura que empeñarían los bolsillos de todos por los próximos 40 años. ¿Ese sigue siendo el plan? Y la lista de pendientes es enorme. ¿Cuándo se dará forma a un verdadero plan de desarrollo económico? ¿Cuándo acabará la reparación de las escuelas del Sur? ¿Cuándo y cómo se prepararán las escuelas para los retos del cambio climático? ¿Cuándo se tomarán en serio las recomendaciones del comité científico sobre el cambio climático que se archivó el pasado cuatrienio? ¿Hay planes para establecer políticas públicas cónsonas con la evidencia científica que recomienda el establecimiento de una “zona de no construcción” en la costa ante el hecho que en 10 años múltiples sectores quedarán arropados por el mar? ¿Qué se hará para atender los enormes rezagos de los estudiantes de las escuelas públicas en el español antes de dar el necesario paso de convertirlos en proficientes en inglés? Ante la esperada jubilación de miles de policías este año, ¿cuál es el plan para garantizar que la isla cuente con una fuerza policiaca robusta o, al menos adecuada? ¿Cuándo se hará lo necesario para atender la falta de acceso a vivienda para decenas de jóvenes profesionales que bajo las condiciones actuales jamás cualificarán para comprar una casa?

Y la oposición, ¿qué proyectos ha radicado para atender estos temas? Porque lo fácil sería asumir el papel de observadores pasivos y criticar la inacción desde la inacción.

No sé, pero parecería que urge una buena inyección de sentido de urgencia ante la gravedad de nuestros problemas. En la adecuada atención de ellos se nos va la vida no solo a quienes vivimos hoy en la isla sino a futuras generaciones. La ruta a los próximos cien ya comenzó. No dejemos que pase otra centena antes de mirar con detenimiento estos asuntos que recogen problemas tangibles de los ciudadanos que deben decidir si marcharse o apostar a echar raíces en la casa que, después de todo, es suya.

Síguenos en Google News:Google News

Lo Último