LA HABANA – Líneas negras curvadas sobre un lienzo blanco, rostros difuminados que asoman del torso de un vestido multicolor, decorados que simulan gruesas espinas marrones o estampados con el rostro de Lenin. Artistas cubanos y extranjeros se asociaron con el diseñador Manuel Fernández para desarrollar una exposición sobre prendas de vestir.
“La Habana es un lugar imprescindible para estar ahora. Está de moda y cada vez se ve internacionalmente más”, dijo a la AP Fernández, quien realizó los vestidos que luego fueron ilustrados y encabeza el proyecto Fashion Art. “La curación se hizo a partir de que sean muy diferentes (los estilos), no hay hilos conductores y cada uno de los artistas ha hecho lo que ha querido”. Pintores como los cubanos Eduardo Abela, Cuty, Ernesto Rancaño, Jorge Perugorría y Esterio Segura, los españoles Agustín Ibarrola, Ouka Leele y Jesús Zurita, y los puertorriqueños Antonio Martorell y Bernardo Medina se dieron cita en esta ocasión con obras que buscan indagar en la tercera dimensión que proporciona a sus creaciones el vestuario. Fashion Art, que expone las piezas en maniquíes, arrancó en 1998 y en 2003 realizó su primera exhibición. Pasó por lugares tan diferentes como España, Holanda, Paraguay y Puerto Rico y ahora mancomunando artistas en la capital cubana estará abierta en el Gran Teatro Alicia Alonso. “La pieza que yo hice es una historia que tiene que ver con la presencia rusa en La Habana”, dijo Abela, cuya obra es en realidad una de las populares matrioskas vestida con collares y colores de la santería cubana. “Me gustó mucho la idea de trabajar sobre la moda porque puedes potenciar mucho una expresión que es considerada banal y si un artista la asuma la convierte en algo interesante”. El viernes, además, miembros del Ballet Nacional de Cuba se colocaron los vestidos y posaron en una sesión de fotos previa a la inauguración para un catálogo que forma parte del proyecto. Una de las obras más sugerentes es la que presentó Cuty (Gustavo Echevarría), con estampados del perfil del líder soviético Vladimir Lenin y profusión de hoces y martillos, ineludibles íconos del comunismo. La idea es hacer una contraposición entre “algo tan sensual, tan consumista” como la ropa “con los símbolos cerrados del comunismo”, explicó el artista.