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El animal cuyos hábitos sexuales pueden terminar "moviendo montañas"

El salmón pasa la mayor parte de su tiempo en el mar y solo regresa al río para reproducirse. Al cavar un hueco en el lecho del río para depositar sus huevos, la hembra inicia un proceso de desgaste en el lecho rocoso que acaba alterando el paisaje montañoso.

Dicen que el amor puede mover montañas. Y, en el caso del salmón, no se trata solo de una metáfora.

Según un nuevo estudio publicado recientemente en la revista Geomorphology, los hábitos sexuales de este pez pueden alterar el perfil de los lechos de los ríos y cambiar así el paisaje montañoso que tienen a su alrededor.

“El salmón pasa la mayor parte de tiempo en el océano y regresa a los ecosistemas de agua dulce para reproducirse”, le explicó a la BBC Alexander Fremier, profesor de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, y autor principal de la investigación.

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Al regresar al río, “la hembra cava un agujero grande donde deposita sus huevos para que los fertilice el macho”. Al hacerlo, la hembra remueve la tierra y las rocas que están en el lecho del río.

Así, estas se desplazan río abajo con más facilidad cuando el río crece con la llegada de más agua.

“Construir el agujero tiene un gran impacto en mover los sedimentos fuera del sistema y en el cambio del tamaño de los materiales en el curso de agua”, dice Fremier.

Cuando las rocas se trasladan, el lecho rocoso queda al descubierto y por ende se torna más susceptible a la erosión.

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Lo interesante, añade el investigador, “es que no solo mueven sedimentos (… ) sino que también aflojan el lecho del río, y cuando llega la siguiente inundación, la columna de agua puede arrastrar una mayor cantidad de material”.

Este último efecto, dice, es el que produce mayor impacto.

Obreros del paisaje

Puede que, a simple vista, esta acción no parezca significativa, pero si tomamos en cuenta que cada pez puede llegar a medir un metro y pesar 30 kilos, y el proceso lo repiten miles de peces a lo largo de millones de años, el impacto es notable.

“Nosotros modelamos cinco millones de años para ver si había un cambio significativo, y por la forma en que lo calculamos vimos que, en algunos casos puede haber una disminución en la altura del paisaje de hasta un 30%, en comparación con el mismo paisaje si no hubiera salmones presentes”, señala el experto.

Cuánto, cómo y en qué tiempo tienen lugar los cambios depende de la especie de salmón en cuestión y también de qué tipo de montaña se esté erosionando.

El salmón real (o Chinook), por ejemplo, puede ayudar a desplazar piedras de tamaño más grande, mientras que el salmón plateado empuja material más fino.

Este estudio es el primero en demostrar, cuantitativamente, cómo el salmón influye en la forma que adquiere el paisaje que habita.

Uno de los animales más reconocidos por su impacto en el entorno es el castor, que construye represas capaces de ralentizar e incluso cambiar los cursos de agua, crear humedales e inundar planicies y diferentes hábitats.

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