Afrín no es una ciudad más en la frontera entre Siria y Turquía.
A diferencia de otros escenarios del conflicto bélico que desangra a esa región, lo que allí sucede puede ser crucial para el futuro de la coalición internacional liderada por Estados Unidos que lucha contra el autodenominado Estado Islámico.
La realidad es que los gobiernos de Ankara y Washington, ambos aliados en el combate al grupo yihadista, tienen intereses contrapuestos en la zona.
Tanto Afrín como la ciudad cercana de Manbij están controladas por milicias kurdas: las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo).
Turquía, siempre alerta ante el separatismo kurdo, sostiene que esta organización es un "grupo terrorista". Pero Estados Unidos la respalda por considerarla un actor clave en la recuperación de zonas sirias que estaban en poder de Estado Islámico.
Este sábado, sin embargo, Turquía lanzó ataques aéreos contra las posiciones kurdas en Afrín y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan amenazó con atacar también la ciudad de Manbij a unos 100 km.
Tal como aseguran los corresponsales de la BBC es probable que la medida provoque tensiones con Washington.
La nueva campaña militar turca también podría abrir un nuevo frente en la sangrienta guerra civil que se libra en Siria desde hace siete años.
Hay informes de que rebeldes sirios pro turcos están avanzando hacia la ciudad.
En la mira de Turquía
El gobierno turco tiene en la mira a las YPG desde hace tiempo. Cree que son un brazo armado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que desde 1984 lucha por la creación de un Estado kurdo independiente en parte de Turquía, Irak, Irán y Siria.
Es por eso que Ankara quiere desalojar a los combatientes kurdos de zonas sirias cercanas a sus fronteras.
Las YPG niegan cualquier tipo de vínculo político o militar con el PKK.
Con respaldo de EE.UU.
Las YPG forman parte de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza kurdo-árabe que lucha contra Estado Islámico. En esa misión cuenta con el respaldo de EE.UU., país que también es aliado de Turquía en el combate contra el grupo yihadista.
En 2016 el ejército turco apoyó a otros grupos rebeldes sirios en una ofensiva que desalojó a los combatientes de Estado Islámico de enclaves importantes como Jarablus y al-Bab y a la vez frenó a los miembros de las FDS en su avance hacia Afrín.
En su momento Washington logró disuadir a Ankara de tomar por la fuerza las posiciones de la alianza kurdo-árabe en suelo sirio.
Nuevo foco de tensión
La cuerda volvió a tensarse recientemente, cuando se conoció el plan de EE.UU. de crear una nueva "fuerza de seguridad fronteriza" conformada por 30.000 personas, la mitad procedente de las filas de las FDS.
El objetivo declarado es "evitar la infiltración de militantes de Estado Islámico" desde Turquía, Irak y partes del río Éufrates, que divide las regiones controladas por el gobierno sirio y las FDS.
El secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, salió a aclarar que funcionarios de su país no se habían expresado correctamente.
Tillerson explicó que EE.UU. no está intentando de crear una nueva fuerza, sino que están tratando de asegurar que los milicianos aliados sean capaces de proteger el territorio de ataques de células remanentes de Estado Islámico.
Las explicaciones no conformaron a Turquía.
El gobierno de Siria, que ha evitado confrontar con los kurdos, expresó que una ofensiva de Turquía sería un "ataque descarado" a su soberanía.
Conflicto entre aliados
Un ataque turco a Afrín y Manbij, además de colocar en posiciones contrapuestas a Turquía y EE.UU., dos aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), afecta las relaciones entre Ankara y Moscú, un aliado militar clave de Siria.
La cancillería rusa declaró el sábado que le preocupa la ofensiva turca y ha urgido moderación. Sin embargo, funcionarios rusos declararon anteriormente que Rusia no se involucraría en el conflicto.
El senador Frants Klintsevich, quien es vicepresidente del comité de defensa y seguridad, le dijo a la agencia Interfax que Moscú sólo respondería si sus bases en Siria se ven amenazadas.
Agregó que Rusia está en una posición difícil ya que tiene "buenas relaciones tanto con Damasco como con Ankara".
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