El asesinato fue al mediodía. Cuando salió de casa, la mujer de 26 años se encontró con desconocidos que le dispararon. Su cuerpo quedó frente a la reja que protegía la puerta.
El crimen ocurrió el 23 de febrero en Las Palmas, un barrio popular del balneario de Los Cabos, en Baja California Sur,un estado del noroeste de México.
Es uno de los principales destinos turísticos del país. Y también la ciudad más violenta del mundo, según organizaciones civiles.
De acuerdo con el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, una ONG mexicana, durante 2017 en el balneario se registró la tasa más alta de homicidios dolosos por cada 100.000 habitantes.
Los Cabos, según la clasificación de las urbes más violentas del mundo elaborado por la organización civil y hecha pública este martes, está por encima de lugares como Caracas, la capital de Venezuela, o San Pedro Sula, la segunda ciudad más poblada de Honduras.
Ambas son poblaciones con un alto índice de inseguridad y otros años ocuparon el primer sitio del ranking.
La medición desató controversia. "Está completamente fuera de contexto, especula y manipula", dijo este miércoles el secretario general del Ayuntamiento de Los Cabos, Alberto González Rivera.
"Presenta a destiempo cifras para mostrar al destino como un lugar inseguro".
Pero el presidente del Consejo, José Antonio Ortega Sánchez, dice que no se había incluido a Los Cabos en el índice porque su población era menor a los 300.000 habitantes, un requisito para la estadística.
Cuando se realizó la medición se encontraron con 365 homicidios dolosos cometidos en 2017. Una tasa de 111,3 asesinatos por cada 100.000 habitantes.
Pero eso no es todo. "En 2016 hubo 61 homicidios, lo que supone un crecimiento explosivo de más del 500%", le dice a BBC Mundo.
"Reacomodo" de carteles
Más allá de la polémica por los números, lo cierto es que desde hace más de un año Los Cabos padece una ola de violencia inaudita en la historia del centro vacacional.
El de la mujer asesinada en su casa es el caso más reciente, pero semanas antes, el 8 de febrero, hubo un enfrentamiento entre marinos y presuntos delincuentes en el que murieron siete personas.
Y en diciembre aparecieron los cadáveres de cuatro jóvenes que colgaban de dos puentes.
Detrás de la violencia existe un "reacomodo" de carteles de narcotráfico que disputan el mercado local, le dice a BBC Mundo Martín Barrón, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe).
Durante décadas en la península de Baja California, donde se encuentra el balneario, el narcotráfico lo dominó el Cartel de Tijuana, de los hermanos Arellano Félix.
La organización se debilitó por el combate militar, a tal punto que algunos lo consideran virtualmente extinto.
Pero las bandas que colaboraban con el grupo siguen activas y algunas incluso buscaron alianzas con organizaciones más grandes.
A partir de 2016, tras la segunda recaptura de Joaquín Guzmán Loera, "El Chapo", empezó una disputa al interior del Cartel de Sinaloa que el capo ayudó a fundar.
En la pelea, su hombre de confianza, Dámaso López Núñez "El Licenciado" pretendió quedarse con el mercado de Baja California Sur.
Incluso se acercó a los herederos de la banda Beltrán Leyva, así como al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), actualmente considerado el grupo delictivo más violento del país.
Perdió esa batalla cuando fue capturado en mayo de 2017, y después cuando su hijo Dámaso López Serrano, "El Mini Lic", se entregó al gobierno de Estados Unidos en julio de ese año.
Sin embargo, la disputa por Los Cabos se mantuvo.
Pleito local
El CJNG mantuvo la incursión en el balneario y otras ciudades de Baja California Sur.
Pero se enfrentó con los grupos locales vinculados a los carteles de Sinaloa y de Tijuana que controlaban el tráfico en la zona, recuerda el investigador Barrón.
Son bandas o personas identificadas por las autoridades como "Don Blas", "El Mario", "Melvin", "Los Barranco", "Chicarcas", "Turbo" o "Los Zamudio", por ejemplo.
Estos formaron parte de la organización de Tijuana y en 2016 y 2017 se enfrentaron a los grupos de “El Licenciado”, y ahora lo hacen con el CJNG.
Algo que explica la violencia en Los Cabos, dice Barrón. "Jalisco Nueva Generación disputa la plaza no sólo a Sinaloa sino a la familia Arellano Félix".
Ellos y sus aliados locales controlaban el mercado de drogas en la península. Así, "cualquier intrusión por parte de otro cartel provoca violencia".
Eso ocurre ahora en el balneario. "Lo que vemos es un reacomodo de las organizaciones delictivas. No hay otra forma de explicarlo".
El presidente del Consejo Ciudadano coincide. "Hay un pleito por la plaza. Allí venden droga y eso hace que suban los homicidios".
La controversia
Paradójicamente durante 2017, periodo en el que se evaluó el número de homicidios para hacer el listado de las ciudades más violentas del mundo, Los Cabos recibió más de tres millones de turistas, según el Ayuntamiento local.
Es una de las cifras más altas de la historia reciente, a pesar de que ese mismo año el gobierno de Estados Unidos emitió una alerta para que sus ciudadanos evitaran viajar al balneario.
El mensaje se retiró en enero pasado. Ahora sólo mantiene los consejos e información sobre las precauciones a tomar si se visita Los Cabos.
Por eso el enojo de empresarios, comerciantes y hoteleros por la calificación al balneario.
Rodrigo Esponda, director del Fideicomiso de Promoción Turística de Los Cabos cuestiona la metodología del ranking, pues éste no incluye ciudades en situación de guerra, por ejemplo.
"Un estudio que considera que Baltimore o Nueva Orleans son ciudades más peligrosas que Alepo o San Pedro Sula definitivamente no es serio", insiste.
El presidente del Consejo Ciudadano responde que sus mediciones se realizan con base en datos oficiales difundidos por internet.
"La violencia homicida en Los Cabos les está explotando en las manos", subraya.
La controversia no es nueva en México donde existen varias estadísticas sobre el número de homicidios, a veces contradictorias entre sí.
Hasta ahora, recuerda Martín Barrón, no está claro cuántos asesinatos fueron cometidos por carteles de narcotráfico, ni mucho menos se conoce cuántos de esos crímenes fueron resueltos.
Sin esos datos, insiste el investigador, es difícil conocer la dimensión real de la violencia en Los Cabos o cualquier otra ciudad mexicana.
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