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Miss Bolivia: "Si a mí me quieren violar y me quieren matar, yo agarro un cuchillo y te lo clavo"

Este jueves, Día Internacional de la Mujer, Paz Ferreyra va a parar.

No habrá conciertos, entrevistas ni firma de autógrafos de Miss Bolivia, el alter ego de la cantante argentina de cumbia y hip-hop.

En lugar de trabajar, Ferreyra, mucho más conocida por su nombre artístico, se sumará a la marcha convocada en Buenos Aires por Ni una menos, el movimiento feminista más importante de América Latina.

Miss Bolivia, de 41 años y graduada en psicología, es una de las voces más prominentes del grito por la igualdad de género en Argentina.

De a poco, el movimiento toma cada vez más espacio en la agenda política y mediática del país: esta semana, por ejemplo, se abrió un debate para la despenalización total del aborto tras una masiva protesta.

El mayor éxito de Miss Bolivia, "Tomate el palo" (sin acento en la o), retoma una expresión de la jerga callejera bonaerense para despedir a alguien y revela el tono con que ella y millones de mujeres han abordado esta "lucha": con un rugido de "basta", "andate" y "a la gilada ni cabida".

"’Tomate el palo’ ha sido una catapulta para que la gente acceda a contenidos míos de mayor compromiso y más profundos", le dice Miss Bolivia a BBC Mundo en la sala de su casa, en el barrio porteño de Villa Urquiza.

En un espacio sin mucha decoración, donde resaltan un par de retratos de Juan Domingo Perón, hablamos con Miss Bolivia de género, un tema que "está en casi todas mis canciones", dice, y que "es una de las patas de mi obra".

El machismo es un problema en toda América Latina, por no decir que en todo el mundo. ¿Por qué crees que precisamente en Argentina se generó uno de los movimientos contra el machismo más grandes?

El machismo es una enfermedad social, cultural e histórica global y hay sociedades que han logrado combatirlo de manera más eficiente, quizá porque son sociedades más antiguas.

Argentina es históricamente un país donde hay varios modelos de lucha no solamente feminista. El Che (Guevara) era argentino, recuerda. La lucha es algo que tiñe nuestra sociedad.

Y con el movimiento feminista se ha logrado decantar y organizar una colectividad, a pesar de las diferencias que hay entre los diversos feminismos.

¿Crees que todas la artistas mujeres deberían tener un rol en esta lucha?

La militancia y la canción social de protesta son una opción. No es obligatorio. Yo lo asumo porque no lo puedo visualizar de otra forma. Yo he escogido esta responsabilidad social.

Un micrófono, un escenario y un público te ponen en una situación de poder. Y el poder uno puede elegir si se lo agarra para el ego o si lo usa para empoderar.

Hay actores sociales que son privilegiados, que pueden colaborar con una deconstrucción del machismo y los micromachismos, y yo de ese lugar me aprovecho.

En tus letras, en tus shows y en tus videos hay un grado de vehemencia, quizá de enojo, cuando se menciona el tema género. ¿Lo haces adrede? ¿Es necesaria la vehemencia en esta lucha?

Yo creo que se llegó a instancias donde hay que tomar el toro por las astas. Se llegó a un nivel donde la tasa de violencia de género está quemada, incendiada, en rojo.

Entonces hay que ir a la lucha como mínimo con armas y herramientas de repudio de un tenor que sube la vara.

Y sí, a mí me enoja que maten a mis hermanas. Me enoja que las violen. Cada uno transmite su enojo como quiere, pero nosotras decimos "basta", y no es un "basta" de "Heidi de las praderas". Es el "basta" de una mujer con el puño en alto.

Por otro lado, yo aprovecho los recursos dramáticos teatrales que me brinda poder poner una puesta en escena en un escenario y le agrego la postura, el gesto y la entonación de la voz.

Si voy a un talk show quizá no lo haga, pero en un escenario sí me permito ser habitada por el enojo de todas nosotras.

Entonces sí crees que el enojo es parte de la lucha.

Cada quien usa las herramientas que tiene a la mano, desde una ama de casa hasta un artista.

Pero creo que sí, que todas estamos enojadas.

Ahora, no es el enojo por el enojo mismo, porque así se vuelve estéril y genera violencia.

Pero ¿es violencia pintar un patrullero o una Catedral? Bueno discúlpame que tengas comprar un tarro de pintura para pintar la Catedral, después de que mataste a una hermana mía.

Hay hombres que denuncian machismo inverso. Dicen que hay excesos de violencia en la lucha feminista.

Pero, ¿y qué quieren? ¿Que cuando el gobierno ejerce violencia sobre las personas, la gente le responda con un "señor perdón podría usted parar de violarme por favor, es que no se siente tan bien"? Ese recurso va a ser estéril.

Si a mí me quieren violar y me quieren matar, yo agarro un cuchillo y te lo clavo.

Cuando la opresión es directa y física vos respondés con defensa física. Y si me atacan verbalmente, voy a responder verbalmente. Pero cuando pasa otro nivel, agarras las herramientas de ese nivel.

Esto del machismo inverso es parte del cuadro sintomatológico que se resiste al cambio; es un mecanismo de defensa.

Ahora hay un debate sobre lo que es realmente un abuso. Si un toqueteo o un piropo, basados en la cultura latina, son en realidad un abuso. Están además expresiones que para muchos son machistas, como el reggaeton. ¿Donde está la línea entre el abuso y la cultura?

Para mí el piropo es un abuso, es violencia de género, porque por qué tienes que hacer un comentario sobre mi cuerpo o dirigirte a mí cuando yo no te conozco ni quiero recibir de vos una comunicación o una apreciación de carácter sexual o físico.

Ahí ya estás invadiendo lo que es mi subjetividad y eso es nocivo y dañino.

¿Entonces qué hace un hombre para manifestarle interés a una mujer sin irrespetarla?

Para empezar, deconstruirse y revisar las formas de cortejo y amor romántico. Algo que también tenemos que revisar las mujeres.

Se ve mucho en los millenials y las nuevas generaciones, que de a poco se está pudiendo desarmar la interacción. A veces la que corteja es una mujer que está más empoderada.

Hay que asumir una escritura creativa de nuevos guiones para nuevas interacciones. No hay que tener miedo al vacío.

Yo no sé cómo es que nos vamos a tratar en el futuro, pero sí sé que tiene un piso de respeto, igualdad de condiciones y posibilidades, de empatía por la libertad de cada persona.

¿Qué crees que tiene que pasar para que esos nuevos códigos se empiecen a escribir e introducir en la cultura?

Pues pasa por muchas cosas, empezando por la educación, donde se necesitan mecanismos y una voluntad seria por instruir en esta materia.

También pasa por los políticos y por el poder que tiene la Iglesia.

Hoy haces una consulta y la mayoría de los argentinos está de acuerdo con el aborto, que es un problema de salud pública, pero resulta que no es legal.

En la política hay cuestiones religiosas o del pedo místico que están por encima de cifras concretas que muestran que una mujer muere al día por los abortos clandestinos. Son feminicidios.

Y el reggaeton, ¿es machista?

Son crónicas de lo que pasa en la sociedad. A mí me parece divertido y provocador apropiarme de sus estilos y utilizarlos para revertir la situación. Hacer un reggaeton o una cumbia repudiando el machismo clásico.

Hay una reggaetonera argentina, Chocolate Remix, que me encanta porque hace reggaeton clásico, incluso con palabras como "mamita" o "culo", pero en código lésbico. De chicas para chicas.

Una se puede apropiar de esas herramientas estéticas y transformarlas en otra cosa. Transformar la mierda en medicina.

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Entonces dices que el reggaeton no es el problema.

La música no es el problema, sino los cerebros.

Éste año fui a telonear (abrir el concierto) a Maluma y me encantó. Era como una misión de estar ahí, en un lugar de contenidos machistas y plantar otro tipo de narrativa que precisamente repudia el machismo.

No se trata de hablar entre nosotros, los que pensamos lo mismo. La cosa es ir a donde está el problema y ahí plantar nuestros contenidos.

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