A finales de los años 80 Argentina e Irán firmaron tres contratos para que el país sudamericano colaborara con el programa nuclear iraní.
Así Argentina se convirtió en el único país latinoamericano en ofrecer asistencia nuclear a Irán, cuyo programa atómico volvió a estar en el centro de la atención mundial tras la decisión de Estados Unidos de retirarse de un pacto internacional que busca evitar que Irán fabrique armas nucleares.
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El programa nuclear iraní ha estado bajo la lupa de Occidente -en particular de Estados Unidos.- desde la revolución islámica de 1979 que llevó al poder al ayatolá Ruhola Jomeini.
Por eso, el recuerdo de esos pactos que Argentina firmó con Jomeini siguen generando controversia.
Pero aunque en el inconsciente colectivo quedó el recuerdo de que Argentina cooperó con el programa nuclear iraní, la realidad es algo diferente.
En BBC Mundo investigamos a fondo esos acuerdos y te explicamos qué fue lo que realmente ocurrió y cuál fue la verdadera influencia de Argentina en el programa atómico de la república islámica.
Cómo comenzó todo
Uno de los principales expertos en este tema es el físico nuclear argentino Darío Jinchuk.
Jinchuk trabajó hasta el año 2007 en la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina (CNEA) y luego fue consultor privado del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), en Viena, Austria, durante diez años.
Actualmente se desempeña como consultor independiente en temas nucleares.
Hablando con BBC Mundo desde la capital austríaca, Jinchuk explicó cómo comenzó la cooperación nuclear entre Argentina e Irán.
"El primer contacto oficial fue una visita a Argentina en 1985 de una delegación de la Organización de Energía Atómica de Irán (OEAI), que fue invitada por la CNEA argentina".
La visita se realizó cuando Irán estaba en guerra con su vecino Irak (ese conflicto duró de 1980 a 1988).
Las fuerzas iraquíes habían logrado destruir algunas instalaciones atómicas iraníes, entre ellas dos plantas de producción de energía eléctrica (el Bushehr I y II), de fabricación alemana.
"Argentina tenía -y sigue teniendo- una empresa estatal, llamada Invap, que se especializa en la construcción de centrales nucleares", explicó Jinchuk.
De ahí el interés de los persas en que Argentina reconstruyera sus plantas bombardeadas.
Sin embargo, no se logró avanzar sobre ese tema.
En cambio, sí continuaron las conversaciones sobre otro interés iraní: la colaboración argentina en la fabricación de combustibles nucleares.
Los controvertidosacuerdos
En esto sí se logró finalmente alcanzar un acuerdo y en 1988 se firmaron los dos contratos comerciales que serían cuestionados.
Uno era para la construcción de una planta piloto de purificación y conversión de uranio, un contrato por US$10 millones, según Jinchuk.
El otro era un contrato más valioso (unos US$15 millones) para erigir una fábrica de elementos combustibles para reactores de investigación.
En medio de las negociaciones de estos convenios -y antes incluso de que se firmaran los dos contratos- Argentina e Irán pactaron otra colaboración.
Pero este acuerdo (valorado en unos US$5 millones) no nació motu proprio: fue fomentado por el Organismo Internacional de Energía Atómica.
El OIEA ya estaba trabajando para limitar los posibles peligros del programa nuclear iraní y por eso le pidió a Argentina que reacomodara el reactor de la Universidad de Teherán, que usaba uranio enriquecido al 90% (lo que permitía su uso potencial en armas atómicas).
Irónicamente ese reactor le había sido provisto a Irán por EE.UU. muchos años antes de la revolución islámica.
La misión de los expertos argentinos era reducir el enriquecimiento de uranio del 90% al 20%, objetivo que se logró en 1987.
Costosa marcha atrás
Al final, ese trabajo sería la única colaboración nuclear entre ambos estados.
Por presión de la comunidad internacional -en particular de Washington- los dos contratos comerciales firmados en 1988 fueron suspendidos por Argentina.
"El primer embarque de materiales ya estaba listo para ser despachado en 1991 cuando la Cancillería argentina ordenó su suspensión debido a la situación en Medio Oriente", recordó Jinchuk.
Esa suspensión, ordenada por el gobierno de Carlos Saúl Menem (1989-1999), le terminaría costando cara a Argentina.
Por haber roto unilateralmente los acuerdos comerciales Irán le demandó una millonaria compensación a los sudamericanos.
Tardaron años en llegar a un acuerdo y finalmente Argentina pagó una indemnización de unos US$5 millones a finales de 1996.
Influencia argentina
¿Podría decirse, entonces, que el principal impacto que tuvo Argentina en el programa nuclear iraní fue esta única colaboración para reducir su peligrosidad?
No exactamente…
Hay otro episodio, aún anterior, que vincula a iraníes y argentinos con el tema nuclear, pero el vínculo no es oficial.
Según Jinchuk, en 1973, cuando Irán planeaba la creación de su Organización de Energía Atómica, contrató a siete expertos nucleares argentinos.
Aunque no reveló sus nombres, Jinchuk dio detalles de cómo ocurrió su contratación.
"Habían sido despedidos de la CNEA por el gobierno peronista y asesoraron a Irán en la creación de la OEAI de forma independiente, realizando viajes a ese país durante varios años".
Sin embargo, para quienes buscan hallar algo siniestro en este vínculo, el físico argentino recalcó que los expertos de su país "se especializaban en usos pacíficos de la energía nuclear para fines científicos".
Además cabe recordar que el desarrollo nuclear de Irán se dio con el auspicio y la ayuda de EE.UU. que en ese momento tenía como aliado al Sha Mohammad Reza Pahlevi, depuesto por la revolución islámica de 1979.
Pocos hubieran imaginado entonces que décadas más tarde Washington e Irán se convertirían en los rivales que son hoy.
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