Argentina se había convertido en una promesa de la economía global.
En los últimos dos años, su presidente, Mauricio Macri, conocido por su política pronegocios, ha sido elogiado como el hombre que volvió a poner al país en el camino hacia un futuro financiero más prometedor.
La semana pasada su moneda estuvo en su punto histórico más bajo y su ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, viajó a Washington para negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
¿Cuándo empezaron a ir las cosas tan mal?
¿Cómo comenzó la crisis?
Argentina ha estado plagada de problemas económicos durante años, pero el boom de las materias primas de las últimas décadas ayudó al país a pagarle al FMI, liquidando toda su deuda con la organización multilateral en 2007.
Tras la debacle de 2001, la economía de Argentina comenzó a estabilizarse durante la presidencia de Néstor Kirchner, que gobernó desde 2003 hasta 2007.
Pero nuevamente se volvió inestable en el gobierno de su esposa y sucesora en el cargo, Cristina Fernández de Kirchner.
Fernández, quien estuvo en el poder desde 2007 hasta 2015, incrementó el gasto público, nacionalizó empresas y otorgó importantes subsidios a productos de la vida cotidiana, desde servicios hasta transmisiones televisivas de fútbol.
Lo más importante es que estableció controles sobre el tipo de cambio, lo que creó problemas prácticos, como el surgimiento de un mercado negro de dólares y una fuerte distorsión de los precios.
¿Qué prometió el presidente Macri?
Macri fue elegido principalmente por su promesa de terminar con todas las distorsiones y regresar Argentina a una economía orientada al mercado, donde la oferta y la demanda, no el estado, definiría los precios.
En sus primeras horas en el cargo puso fin a los controles de capital y comenzó una campaña global para reparar la alicaída reputación de Argentina entre los inversionistas extranjeros.
También prometió reducir la inflación de alrededor del 40% anual, a través de controlar el gasto público.
La pregunta clave es por qué estaban en Argentina. Y la respuesta es: ganancias rápidas.
Desde que asumió Macri, el Banco Central de Argentina amplió en gran medida su emisión de Lebac (acrónimo para Letras del Banco Central), bonos argentinos a corto plazo con tasas de interés considerablemente altas.
Los inversionistas pudieron cambiar sus dólares por pesos e invertir en bonos Lebac -que vencen en tan solo 35 días y proporcionan una tasa de interés anual de 29%– y luego transformar sus pesos en dólares nuevamente.
Esta práctica, conocida como "bicicleta financiera", fue realizada por todo tipo de inversionistas, desde grandes bancos hasta pequeños ahorrantes.
Durante algún tiempo, los inversionistas simplemente transfirieron la deuda de un bono a otro. Pero en abril, muchos comenzaron a abandonar Argentina, por temor a que Macri no pudiera cumplir su promesa de reducir la inflación.
Además, con la perspectiva de que Estados Unidos eleve sus propias tasas de interés, muchos consideraron que habían ganado suficiente dinero en Argentina y que era hora de volver a equilibrar los riesgos.
Al igual que un jugador de póker en una racha ganadora, consideraron que las probabilidades de que la próxima apuesta fuera pérdida estaban aumentando con el tiempo.
Y entonces, la salida masiva hizo que el peso perdiera casi una cuarta parte de su valor.
¿Puede ayudar el FMI?
El gobierno argentino insiste en que el problema radica en la liquidez (falta de efectivo) y no en la solvencia (capacidad de cumplir con sus obligaciones financieras).
Sostiene que, por lo tanto, el FMI es la fuente de financiamiento más barata disponible. Con dinero del FMI, Argentina podría intervenir en los mercados cambiarios por más tiempo y también pagar los bonos que se presenten para el pago.
Macri dice que el dinero lo ayudará a concretar su política económica de "gradualismo", que busca combatir la inflación con reformas estructurales en lugar de un ajuste más duro.
Los argentinos han pasado por demasiada agitación económica como para entrar en pánico tan rápido. Muchas de la gente con la que hablé en Buenos Aires la semana pasada hizo caso omiso de la crisis y comentó estoicamente: "Somos argentinos. Estamos acostumbrados".
Pero hay personas que expresan gran preocupación, especialmente las de la generación que vivió la crisis económica de 2001, cuando el gobierno dejó de pagar su deuda y el sistema bancario se paralizó casi por completo.
El efecto en los argentinos fue devastador y muchos vieron que todo lo que tanto les costó ganar desapareció rápidamente.
Aquellos que lo experimentaron temen un retorno del corralito, como se conocieron las restricciones gubernamentales impuestas en 2001 para evitar un éxodo bancario masivo.
Bajo las limitaciones del corralito, que duró un año, la gente no podía retirar dinero de sus cuentas, por lo que la vida diaria de los argentinos se vio fuertemente afectada.
¿Qué es lo que viene?
Todos los ojos están puestos en la tasa de cambio de Argentina, que hoy ronda los 23 pesos por dólar. Eso es un mínimo histórico para la moneda argentina y una señal preocupante de su devaluación.
Si la tasa bajara a menos de 20 de forma permanente, sería una señal de que la crisis está contenida.
Pero hay una serie de pruebas por las que pasará Argentina en los próximos días que podrían dar una idea de lo que vendrá.
El martes se emiten US$30.000 millones en bonos argentinos y el gobierno tendrá que encontrar la manera de convencer a los inversionistas para que adquieran esta deuda, de lo contrario la evolución del peso será aún más caótica.
Otra prueba será la respuesta del FMI a la solicitud de Argentina de miles de millones de dólares en préstamos. En 2001, el FMI le negó el apoyo financiero. ¿Qué pasará ahora?
¿Es este el final del gobierno de Macri?
Con Macri, Argentina pasó de ser una economía que dependía de un gasto fiscal excesivo a una que dependía de la deuda emitida a los volátiles inversionistas extranjeros.
Muchos creen que Macri cavó su propia tumba, especialmente porque ir al FMI es la medida más impopular que un presidente puede tomar en Argentina, donde la organización es vista como la culpable del colapso económico de 2001.
Otro de los problemas del presidente argentino es no haber podido cumplir su promesa de reducir la inflación.
Y el Congreso acaba de aprobar un proyecto de ley que impide que el presidente elimine algunos subsidios.
Si veta la ley, quedará en pie de guerra con el poder legislativo.
El presidente está tratando de proyectar confianza. Todavía tiene esperanzas de ser reelegido el próximo año, pero para eso deberá lograr contener esta crisis lo antes posible.