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"Una ensalada casi mata a mi hermano": cómo es vivir con una alergia alimentaria

Así fue como una alergia alimentaria casi mató a mi hermano.

Fue a mediados de los noventa. Y fue por una ensalada que contenía nueces ocultas.

Adam tenía 10 años. Yo era mayor, pero todavía estaba en la escuela.

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Recuerdo que la enfermera entró en mi aula para decirme que habían llevado a mi hermano al hospital y que debía irme a casa.

Mi padre me llamó para intentar tranquilizarme. Pero aun así estaba muy nerviosa.

Lo que no sabía es que Adam estaba en condición critica en una cama en urgencias.

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Mis padres siempre habían evitado darle nueces, porque yo tenía una alergia grave y sospechaban que él podía tenerla también.

Este consumo accidental fue la primera prueba. Su cuerpo había sufrido un shock anafiláctico, una reacción grave y potencialmente mortal a un alérgeno.

Por suerte sobrevivió gracias a un rápido tratamiento. Así que le dieron su primer Epipen, un autoinyector para ataques de alergia.

Mi madre también se quejó al supermercado y cambiaron su política de ensaladas, etiquetando el contenido de cada bandeja.

A lo largo de los años, ambos nos hemos acostumbrado a encontrarnos con alguna nuez de vez en cuando.

Hacemos todo lo posible para tener cuidado: revisamos el menú, hacemos preguntas a los camareros, miramos la letra pequeña en los supermercados… Hasta hacemos preguntas cuando alguien nos ofrece una galleta.

Básicamente hacemos una evaluación de riesgos cada vez que comemos.

Sin embargo, a veces te equivocas, o se equivoca el restaurante. Puede ser que el camarero se olvide de hablar con el chef. O a lo mejor tomas un bocado de un taco mexicano porque ¿quién pone nueces en un taco? Respuesta: un chef experimental de Londres.

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Los casos de alergia a las nueces entre los niños aumentaron significativamente durante la década de 1990, según la campaña sobre anafilaxia en Reino Unido.

Los investigadores están tratando de averiguar por qué sucede esto y qué se puede hacer.

Mientras tanto, aquellos de nosotros que pertenecemos a este desafortunado club nos hemos adaptado para sobrevivir.

Vale la pena señalar que las muertes son poco frecuentes. Según investigadores en Estados Unidos, es más probable morir en un accidente o ser asesinado.

Cómo se siente

Cuando leí la noticia sobre Natasha, la chica que había muerto tras comer una baguette en la cadena británica Pret a Manger, supe el pánico que debió haber sentido.

En ese primer momento, cuando agarras una tableta de antihistamínico o Epipen, no puedes estar seguro de si tu cuerpo será capaz de controlar la situación.

Algunos chefs y camareros se han negado a creerme cuando les he dicho que tuve una reacción alérgica. "No había nueces en ese plato", insisten rotundamente.

Pero para mí no es discutible. Cuando hay nueces o cacahuetes en mi plato, lo sé desde el instante en que el tenedor toca mi lengua.

En cuestión de segundos, toda mi boca y garganta están abrumadas por una sensación intensamente desagradable que es difícil de describir. No es un sabor, es más como un anti-sabor que ahoga todos los otros sabores de mi boca.

Sin embargo, no todas las reacciones son iguales. Algunas personas tienen dificultades para respirar, otras tienen calambres en el estómago.

Según la revista médica British Medical Journal, uno de los síntomas es una "sensación de muerte inminente".

Los diversos grados de severidad significan que algunas personas están más dispuestas a asumir riesgos que otras.

Recuerdo que una vez un camarero en un hotel restaurante se negó a aceptar que hubiera nueces en la comida que me había servido.

Mi garganta comenzó a cerrarse, por lo que no estaba en condiciones de seguir discutiendo, pero sabía que no había ninguna duda.

Cuando me recuperé, el chef y el camarero vinieron a mi habitación a disculparse. Admitieron que había cacahuetes en el aperitivo y que había habido un fallo de comunicación.

Los propietarios del hotel también me visitaron al día siguiente. Me garantizaron que iban a hacer todo lo posible para que esto no volviera a suceder, empezando por educar a todo el personal.

Obviamente hubiera preferido no ser el conejillo de indias, pero celebré este progreso. Me habían escuchado y tomado en serio, finalmente.

¿Cómo pueden ayudar las empresas?

Dos personas han muerto tras consumir productos de Pret A Manger, una importante cadena de sándwiches del Reino Unido.

En 2015 descubrí nueces en uno de sus sándwiches y les escribí un email pidiéndoles que etiquetaran sus productos.

Me dijeron que esto era "imposible" y que solo buscaban "proporcionar una descripción de los sabores que uno podría esperar en un sándwich".

Natasha murió al año siguiente.

Después de una investigación, ahora han acordado poner etiquetas.

Y en el otro extremo de la escala, recuerdo que un gran supermercado tuvo una fase de poner en todos sus productos la etiqueta "puede contener nueces", incluso en mermeladas y calabazas. Esto no resulta particularmente útil.

Sin embargo, otras empresas han sido elogiadas por su enfoque.

En Reino Unido, muchas personas que padecen alergia a las nueces son aficionadas a la compañía de chocolate galés Kinnerton, que se enorgullece de hacer todo lo posible para que sus productos sean seguros.

Incluso crearon dos fábricas, una para productos de nueces y otra para productos sin nueces.

Si quieres entrar en la fábrica sin nueces, tienes que firmar un documento que diga que no has comido nueces ese día ni has traído ninguna a la fábrica.

Las aerolíneas, que tradicionalmente sirven cacahuetes como refrigerios a bordo, también han estado bajo presión para adaptarse a los nuevos tiempos.

Mi hermano tuvo su segundo shock anafiláctico más grave en un avión. Ahora elige sus vuelos según su política sobre las nueces.

¿Deberíamos evitar los autos también?

Hace poco un periodista escribió en un diario británico que las personas con alergias alimentarias severas no deberían comer fuera de su casa.

Sin embargo, las estadísticas dicen que es más probable morir en un accidente de auto. ¿Deberíamos evitar los autos también?

Al conducir, todos tomamos precauciones razonables, como usar el cinturón de seguridad y hacer caso a los semáforos.

También ponemos cierta confianza en otros conductores y en la empresa que hizo nuestros autos.

Eso es lo que hago cuando salgo a comer.

Tener una alergia grave es sobre todo una molestia. Entiendo que tomar precauciones pueda resultar pesado para los chefs y para las empresas.

Pero una mayor cooperación y comprensión podrían salvar vidas.

Un punto de vista materno

Lucy Patterson trabaja para una organización benéfica cerca de Cardiff, en Gales, y tiene un hijo de cuatro años con varias alergias graves.

Cuando Jack tenía cinco meses, tuvo un shock anafiláctico debido a la leche de vaca en su papilla. Las pruebas que le hicieron mostraron que era alérgico a la leche, a los huevos y a las nueces.

"Cuando compramos alimentos, verificamos las etiquetas dos y tres veces. Incluso si hemos comprado el producto antes", dice su madre. Jack también lleva dos Epipens con él en todo momento.

Su familia ha decidido no salir a comer o viajar al extranjero mientras Jack siga siendo joven, pero Lucy espera poder hacer ambas cosas en un futuro.

"No quiero criar a Jack con miedo. Mi trabajo es educarlo y protegerlo tanto como pueda, y eso es fácil cuando tiene cuatro años", dice.

"Cuando sea mayor querrá salir a comer, por lo que mi trabajo es asegurarme de que haga las preguntas correctas, siempre lleve sus Epipens consigo y que los amigos con los que esté entiendan su situación".

El punto de vista del chef

La chef estadounidense y presentadora de televisión Amanda Freitag tiene una alergia grave a las avellanas y dirigió una cocina sin avellanas cuando estaba al frente del restaurante Empire Diner en Nueva York.

"Cuando comencé a hablar sobre mi alergia algunos de mis colegas revelaron que también tienen alergias alimentarias", dice. "No es algo que un chef quiera revelar porque no queremos estar limitados en lo que comemos o cocinamos".

"Pero para mi, hacer un plato sin avellanas es un buen desafío. Me gusta trabajar para que el plato sepa igual de bien o mejor".

Su consejo a otros chefs es tomarse las alergias alimentarias muy en serio.

"Hay que entrenar al personal para que estén al tanto de todos los ingredientes de cada plato. Si no están seguros, es importante que confirmen con el personal de cocina", dice.


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