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Nueva Caledonia, el archipiélago con playas paradisiacas que decide este domingo en un referéndum si independizarse de Francia

Este domingo 4 de noviembre los habitantes de Nueva Caledonia, el archipiélago situado al norte de Nueva Zelanda, participaron en un referendo de independencia para decidir si quieren seguir formando parte de Francia o constituirse como un territorio independiente.

La votación forma parte de un acuerdo establecido con el gobierno francés hace dos décadas tras una violenta insurrección por parte de separatistas indígenas kanak que se saldó con más de 70 muertos.

El referéndum ha registrado una participación del 73.68%, según las autoridades locales. La cifra supera ampliamente al 58,1% que votó en las elecciones provinciales de 2014.

Algunos grupos pro-independencia en París, la capital francesa, han instado a los kanak a que "se liberen del yugo de las autoridades coloniales".

Sin embargo, las encuestas sugieren que la mayoría de los votantes rechazarán la independencia.

Se espera que se conozcan los resultados en torno a las 23:00, hora local. El presidente francés Emmanuel Macron dará un discurso televisado.

El remoto archipiélago, situado a casi 18.000 km de París, tiene grandes depósitos de Níquel, un componente vital en la fabricación de productos electrónicos, y es considerado por Francia como un enclave estratégico político y económico en la región.

Nacionalismo francés

Cerca de 175.000 personas tienen derecho a votar en el territorio. Los kanaks representan al 39,1% de la población.

El nacionalismo francés es fuerte entre los habitantes de etnia europea, que constituyen el 27,1%, y algunos analistas dicen que algunos kanaks prefieren también seguir perteneciendo a Francia.

El tercio restante de la población de Nueva Caledonia, 268.000 habitantes, serían también opuestos a la independencia, de acuerdo con datos estadísticos.

Las islas reciben alrededor de US$1.500 millones del gobierno francés cada año.

El archipiélago forma parte de las 11 regiones y colectividades habitadas que Francia mantiene fuera de Europa.

Tiene un estatus sui generis que le confiere mayor autonomía que al resto de dominios.

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Si la mayoría opta por la independencia, su "patria" sería la primera en emanciparse de Francia desde Djibouti (1977) y Vanuatu (1980).

Pero ¿cómo unas islas tan pequeñas y lejanas de Francia terminaron dependiendo de París?

Colonia penal

En 1774, el explorador británico James Cook llegó las islas que ahora forman Nueva Caledonia y las llamó de esa forma por el nombre latino de Escocia.

Pero Auguste Febvrier Despointes, comandante de la división naval francesa en Oceanía, tomó posesión del territorio en 1853, como forma de anticiparse a un intento similar por parte de los británicos, según la página oficial de turismo de la región.

Un año más tarde, se fundó la ciudad de Numea, que hasta ahora es la capital del archipiélago.

Napoleón III, el último emperador de Francia, decidió en 1864 que Nueva Caledonia funcionara como una colonia penal, por la enorme distancia que la separaba de Europa.

Hasta que la prisión cerró en 1897, recibió alrededor de 5.000 presos, según la página oficial del estado.

Desde entonces, los franceses aprovecharon otra ventaja de este terreno de ultramar, que a diferencia de la lejanía, sí era rentable.

Azul, verde y turquesa

A fines del siglo XIX, los colonos empezaron a extraer níquel de Nueva Caledonia.

En la década de 1960, se desató un boom de este mineral, que ayudó a "impulsar el desarrollo económico del archipiélago", según su página web.

La región tiene alrededor de un cuarto de los depósitos de níquel del mundo y, de acuerdo al sitio digital, esta materia prima, entre otras, aporta el 20% de su producto bruto interno.

Además, la isla principal del archipiélago, Grande Terre, está rodeada por un enorme arrecife de coral. Este arrecife forma unas impresionantes lagunas que fueron declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco en 2008.

Estos lugares atraen cerca de 8.000 turistas al mes, según las últimas estadísticas del Fondo Monetario Internacional.

"Las deslumbrantes lagunas de Nueva Caledonia la rodean con todos los tonos de azul, verde y turquesa", dice la guía turística Lonely Planet. "La luz y el espacio simplemente deleitarán tus sentidos".

Pero estas paradisíacas islas han sido escenario de episodios violentos en el pasado.

Rehenes en una cueva

El archipiélago tiene hoy día unos 250.000 habitantes, entre kanaks (indígenas) y europeos.

La relación entre ambos grupos ha estado llena de conflictos.

En 1878 los kanaks, liderados por el Gran Jefe Ataï, se rebelaron contra los franceses, pero solo consiguieron provocar una mayor represión por parte de los colonos.

En la década de 1980, el creciente sentimiento independentista causó violentos disturbios y enfrentamientos entre las fuerzas francesas y los indígenas kanaks.

El conflicto alcanzó el clímax cuando los separatistas kanaks retuvieron a un grupo de gendarmes franceses como rehenes en una cueva.

La respuesta de Francia para liberar a sus oficiales causó la muerte de 19 kanaks y dos soldados.

La reconciliación entre ambos bandos llegó en 1988, con el Acuerdo de Matignon, que proponía poner fin al gobierno directo de París y votar sobre la independencia en 1998.

Pero en 1998 no se realizó la consulta, sino que se firmó el Acuerdo de Numea.

El nuevo pacto estableció un cronograma para la transferencia gradual de responsabilidades de Francia al archipiélago, para una descolonización progresiva, y pospuso el referéndum hasta 2018 a más tardar.

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Sobre el referéndum

El primer ministro francés, Édouard Philippe, dijo que las conversaciones del jueves entre Francia y su región "dieron como resultado un acuerdo político" y que había "confianza".

Detalló que el gobierno y los políticos de Nueva Caledonia estaban de acuerdo con el tamaño del electorado, las ubicaciones para los centros de votación y la presencia de observadores electorales de la ONU.

Actualmente, Nueva Caledonia está representada en el parlamento francés por dos diputados y dos senadores.

Tiene un congreso propio que elige a un ejecutivo con poderes para decidir sobre áreas como la policía, la educación y las leyes locales.

El archipiélago reconoce como cabeza de estado al presidente de Francia y a la vez es dirigida por un "presidente de gobierno".

Desde 2015 este puesto es ocupado por Philippe Germain, miembro del partido anti independentista Caledonia Unida.

En 2017, Macron dijo que Nueva Caledonia estaba luchando con altas tasas de desempleo, fracaso educativo, alcoholismo y delincuencia juvenil.

Señaló que esperaba que el territorio siguiera siendo parte de su país, ya que "allí la presencia francesa es necesaria para garantizar la paz y el desarrollo".

Durante una visita a Numea el pasado mes de mayo, el mandatario dijo que Francia sería "menos bella sin Nueva Caledonia".


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