"Nunca se termina con un suicida. Nunca", escribe Lukas Bärfuss en un pasaje de su novela "Koala".
En ella, el escritor suizo, una de las voces más respetadas de la literatura actual en alemán, aborda el suicidio de su medio hermano y sus consecuencias.
A diferencia de otras muertes, explica el autor, cuando una persona cercana se quita la vida deja en los demás una herida permanente en forma de preguntas, muchas de ellas sin respuesta.
"Koala" (2014, publicada en español por la editorial argentina Adriana Hidalgo) se articula en torno a estos interrogantes dolorosos: ¿qué hace que una persona se suicide? ¿En qué momento lo decide? ¿Quién tiene la culpa? ¿Por qué este tipo de muerte sigue siendo un tema tabú, rodeado de silencios?
"Todas esas preguntas siguen en tu cabeza", le dice Bärfuss a BBC Mundo.
Su novela es un rompecabezas conformado por varias piezas en apariencia inconexas: un presente en el que la tragedia personal se narra en tono íntimo, un relato histórico de las venturas y desventuras de los primeros colonos británicos en Australia, la descripción aséptica, casi de tratado de zoología, de los hábitos del koala.
El resultado es un texto complejo y sorprendente -desconcertante por momentos- que reflexiona sobre la muerte, el sentido de pertenencia a un lugar, la soledad y la relación paradójica que nuestras sociedades mantienen con el trabajo.
Nacido en Thun, Suiza, en 1971, Lukas Bärfuss es autor de obras de teatro como "Las neurosis sexuales de nuestros padres", "El bus" y "La prueba" -algunas de ellas representadas en español-, dos libros de ensayos y varia novelas.
Su trabajo fue reconocido con algunos de los galardones literarios más prestigiosos de las letras alemanas, como el premio Mülheimer Dramatikerpreis en 2005, el Berliner Literaturpreis en 2013 y el Premio de Literatura Suiza en 2014. Desde 2015, es miembro de la Academia Alemana de Lengua y Literatura.
Bärfuss participa en el Hay Festival de Arequipa, en Perú.
Antes de esa cita habló con BBC Mundo sobre algunos de los temas que recorren su obra.
Su novela "Koala" está basada en parte en su propia experiencia en relación con el suicidio de su hermano. ¿Cómo decidió que esa experiencia personal era un buen punto de partida para un libro?
Normalmente los orígenes de una novela son muy oscuros, es difícil decir en qué momento decides que algo se va a convertir en una novela.
Pero en este caso fue un momento realmente concreto en mi vida. Fue en abril en el sur de Francia. Estaba con un amigo que también es poeta y escritor y hablamos sobre mi hermano y sobre ese nombre, Koala, que había entrado en mi cerebro de alguna manera.
Era el nombre que los boys scouts le dieron a mi hermano y me di cuenta de que tenía que seguir las pistas de ese animal para tratar de descubrir qué le sucedió.
Pero antes de eso, su muerte había sido una experiencia muy extraña. El suicidio, en realidad, es algo muy común. No es raro. Sucede en todos los niveles de la sociedad y es algo muy antiguo. La filosofía habla del suicidio desde sus comienzos y existe una tradición literaria enorme, muy rica, en torno a este tema. Sin embargo, cuando lo experimentas es como si fueras la primera persona a la que le afecta.
Hay una fractura entre tu propia experiencia y esa tradición cultural. Además, es una experiencia rodeada de silencio. Sientes como si estuvieras entrando en una especie de hermandad de personas que perdieron a alguien querido como consecuencia del suicidio.
Creo que ese siempre es un buen comienzo para la literatura, para cualquier tipo de literatura: cuando se da esa desconexión entre tu experiencia personal y los hechos culturales.
¿Cree que el proceso de escritura sobre el suicidio le ayudó de alguna manera a enfrentarse a esa experiencia?
No lo creo. Escribir una novela sobre el suicidio no ayuda de ninguna manera a superarlo porque debes mantener esa herida abierta para poder examinarla. Para superarlo es mejor ir al psiquiatra, es más barato y da mejores resultados.
Lo que sí me ayudó de alguna manera fue compartirlo: dar voz a esas personas que no pueden expresar que pasaron por lo mismo. Eso fue algo poderoso. Aprendí que la literatura no es solo para disfrutar, sino para aprender y para entrar en contacto con otras personas. Eso fue muy interesante.
¿A qué cree que se debe ese silencio en torno al suicidio?
Es una cuestión difícil. Creo que hay muchas razones para este silencio. Uno de los puntos principales es que no sabemos cómo hablar de alguien que se suicidó. Cada vez que sacas ese tema es como si te matara a ti también y al ambiente que te rodea. En cierto modo es algo asocial. Y si estás con amigos no quieres arruinar el encuentro.
También hay un gran secreto, casi un enigma, en torno a este proceso porque no sabes a partir de qué momento esa persona decidió suicidarse. Puedes recordar un momento con esa persona que parecía un momento feliz, pero ya no confías en ese recuerdo. Piensas que quizá aquel momento ya estaba envenenado por el suicidio. Eso hace que todo, cada recuerdo, cada memoria de tu ser querido esté intoxicada. Eso es muy doloroso y la manera más fácil de superarlo es mantener la boca cerrada.
En su libro cuenta que se sintió obligado a revisar su pasado con esa persona para tratar de dar sentido a lo que le sucedió…
Totalmente. Y te sientes rechazado. Es casi como una ofensa personal, porque no fuiste capaz de mantenerlo vivo. Tu relación con esa persona no era lo suficientemente fuerte e importante como para mantenerla con vida. Superar eso no es fácil.
Hay que hacer un gran esfuerzo para hablar de ello, pero es bueno intentarlo porque ayuda. Te das cuenta de que no estás solo. Es algo bastante común.
Los sentimientos del narrador de "Koala" van de la confusión y la culpa hasta el odio por la persona que se suicidó. ¿Cree que hay algún patrón, alguna secuencia lógica en esos sentimientos?
Cuando pierdes a alguien pasas por diferentes fases. Primero no quieres aceptarlo, luego empiezas a enfadarte. Después aprendes a vivir con ello.
Pero lo que hace especialmente duro un suicidio es que nunca sabrás realmente cuál fue la razón que lo motivó. Todas esas preguntas permanecerán en tu cabeza. Es algo que no termina. Cuando pierdes a alguien por enfermedad o por accidente, la causa de la muerte es clara. Con el suicidio no es así.
"Koala" pasa de un relato íntimo a una especie de novela histórica sobre la colonización de Australia. Es como si su libro contuviera varias novelas diferentes. Sin embargo, un tema presente a lo largo del texto es la relación de la sociedad actual con el trabajo. ¿Qué conexión encuentra entre esa "esclavitud moderna", como usted la llama, y el tema del suicidio que también planea por toda su obra?
No estoy seguro de que sea capaz de establecer ese vínculo como escritor, pero tengo la certeza de que el lector sí puede hacerlo. Lo que sí puedo decir es que esta novela trata tanto del suicidio como de la relación que tenemos con el trabajo en las sociedades modernas. Para nosotros el trabajo se convirtió, en cierto modo, en la única religión.
Nuestro estatus en la sociedad se define sobre todo por nuestro estatus profesional. Es extraño porque cuando era pequeño tenía la idea de que para tener éxito debías trabajar menos. Y es justo lo contrario. El éxito es más trabajo.
De otro lado, el trabajo solía ser un castigo. En todos los mitos que explican cómo los humanos se convirtieron en humanos, el trabajo es un castigo. No era algo bueno. La sociedad burguesa lo convirtió en algo positivo que aporta relevancia y estatus.
Otra cuestión sobre el trabajo es que si crees en la vida después de la muerte no piensas que en ese lugar tendrás que trabajar. El paraíso es el fin del trabajo. No solemos imaginarnos tocando a las puertas del cielo y que te digan te tienes que levantar a las ocho de la mañana para ir a trabajar hasta las cinco. Entonces, ¿cómo es posible que en nuestra sociedad el trabajo se convirtiera en algo tan importante?
Si hay algo que une a todos los partidos políticos, al menos en Europa, es el concepto de competitividad. Tenemos que ser competitivos y eso se ve como algo bueno. Que la economía no crezca no se entiende como algo positivo y en eso coinciden la izquierda y la derecha.
Sin embargo, me di cuenta de que el trabajo puede destruir a las personas. Lo vimos en los regímenes totalitarios del siglo XX y antes en el Imperio Británico, que exportó a los pobres a sus colonias. Aquello sirvió de modelo para los nazis y los estalinistas en el siglo XX.
Este contexto histórico es muy importante porque no quería escribir un libro solo sobre mi historia personal. Esa no era mi intención.
¿Cree que hay una alternativa a ese sistema que describe en el que parece que no haya vida más allá del trabajo?
No estoy seguro. Yo no propongo una solución. Soy escritor y de alguna manera señalo el problema, sus ambigüedades y contradicciones.
Pero creo que nuestra relación con el trabajo está cambiando muy rápido. Muchos de los trabajos que teníamos hace 20 años van a desaparecer. Con la inteligencia artificial vamos a ver progresos increíbles, pero eso cambiará nuestra relación con el trabajo.
Creo que la brecha entre los que tengan trabajo y quienes no lo tengan se hará más profunda. Los trabajos se convertirán en algo escaso en un futuro próximo y las alternativas surgirán de forma automática.
Parece algo contradictorio que el trabajo se haya convertido en nuestra vida y que al mismo tiempo el trabajo vaya a desaparecer…
Se convertirá en algún incluso más preciado. Otorgará aún más estatus a quien lo tenga.
¿Debemos regresar a los espacios públicos físicos?
Absolutamente. Eso es crucial.
¿Cómo encaja eso con las comunidades virtuales, con nuestra vida en las redes sociales?
No existen las comunidades virtuales. Solo hay aislamiento virtual. La idea de que la comunicación nos aísla los unos de los otros es algo que viene de hace tiempo. Walter Benjamin por ejemplo hablaba de este efecto secundario del progreso, por decirlo de alguna manera. Creo que es algo arraigado en nuestras sociedades capitalistas burguesas.
Su novela termina con el narrador diciendo, tras el entierro de su hermano, que "regresa al trabajo"…
(Se ríe). Es irónico, ¿verdad?
Es como si el trabajo fuera la única manera de seguir adelante con su propia vida. ¿No existe otra opción?
No la he descubierto aún. Quizá la próxima vez que hablemos tenga una respuesta a esa pregunta. No lo sé, ni para él ni para mí mismo.
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Arequipa, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad peruana entre el 8 y 11 de noviembre de 2018.
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