"Una nación, un destino". Bajo ese lema, Julián Castro lanzó su candidatura a la nominación demócrata para las elecciones presidenciales de 2020.
Se espera que sea el único latino en la carrera demócrata.
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Castro lanzó su campaña el sábado, en su ciudad natal de San Antonio, Texas, donde fue alcalde entre 2009 y 2014.
Entra a lo que podría ser un campo lleno de demócratas que compiten por desafiar al presidente Donald Trump.
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Hasta ahora, solo el excongresista John Delaney ha lanzado formalmente una campaña, hace más de un año.
Sin embargo, la senadora Elizabeth Warren anunció el mes pasado que estaba creando un comité exploratorio para considerar entrar a la carrera. Y se espera que la congresista Tulsi Gabbard haga un anuncio formal en los próximos días.
Origen mexicano
Con 44 años y considerado como una estrella en ascenso en el partido, Castro se desempeñó como secretario de vivienda con el presidente Barack Obama y estuvo en la lista de los potenciales compañeros de carrera de Hillary Clinton para las elecciones de 2016.
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De ascendencia mexicana, Castro ha usado su origen para criticar los llamados deTrump para construir un muro contra la entrada los inmigrantes procedentes de América Latina.
"Decimos no a la construcción del muro y sí a la construcción de comunidades", dijo durante el anuncio oficial.
Dijo que a su abuela mexicana le habría sorprendido su éxito y el de su hermano Joaquín, miembro del Congreso estadounidense.
"Siempre he creído que con grandes sueños y trabajo duro, todo es posible en este país", dijo a la multitud.
Pero los corresponsales dicen que Castro no tiene un nombre tan ampliamente reconocido y puede tener problemas para impresionar en unas primarias con mucha competencia.
El análisis de Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC para Norteamérica
No hace mucho tiempo, Julián Castro habría sido considerado un candidato de primer nivel para la nominación presidencial demócrata.
Era un alcalde bien considerado en San Antonio, hizo el discurso de apertura en la Convención Nacional Demócrata de 2012 y ocupó un puesto en el gabinete en el gobierno de Obama.
Ahora, sin embargo, es posible que ni siquiera termine como el texano más popular de la carrera, si el excongresista (e ídolo demócrata) Beto O’Rourke decide postularse.
Y hay otros políticos, como el ex vicepresidente Joe Biden, ampliamente reconocido, que están generando más rumores.
Pero incluso si Castro no es la estrella en ascenso que solía ser (y, honestamente, nunca ha sido un orador público particularmente convincente), todavía tiene el potencial de acumular adeptos en la campaña que se avecina.
Es un mexicano-estadounidense de tercera generación en un momento en que los demócratas están desesperados por enganchar a la creciente población latina en Estados Unidos. Y es joven, en un momento en que muchos demócratas buscan un cambio generacional.
Sin embargo, como moderado en un partido que se desplaza hacia la izquierda, tiene un gran trabajo por delante.
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