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Las mañanas en Jarabacoa River Club pueden ser tan relajantes como extremas, tú escoges. Aquí cada quien hace su historia, y yo les voy a contar la mía en este lugar.
Empiezas tu mañana con una taza de café dominicano, en una hamaca, escuchando el río “Yaque del Norte”, ves la neblina que toca la punta de las montañas, todo es verde, todo es serenidad y naturaleza. Te relajas… hasta que de repente: ¡Zas!. Te dicen que van a hacer “rafting” en el río que tan pacíficamente estabas escuchando.
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Luego de esa taza de café –la cual estaba sabrosa- y un buen desayuno – con mangú incluido- antes de comenzar tu aventura debes de tomar un tiempo para disfrutar de este lugar, tu vista te lo agradecerá. No había paso que diera que no quisiera tomar una foto. En cada esquina, en cada rincón de este lugar hay belleza, y no digo belleza que hay que rebuscar. Es esa belleza que te deja sin palabras al momento, pero que después te da una historia para contar. Van a ser lo que sea por una fotos en este lugar, y aún así eso no va a ser suficiente, ¡créeme!
Luego de hacer el “shooting” de las vistas, las tres piscinas, el restaurante y el puente colgante entre otros, “it’s rafting time!” Por si las dudas, el “rafting”, es el deporte extremo de descenso de ríos en una balsa, donde se tiene un poco de turbulencia en el río, para hacerlo más interesante y divertido. Con mucho ánimo y brincando en un pie, me fui con la gente de Rancho Jarabacoa a realizar esa aventura. El equipo de instructores son súper responsable y divertidos, te van a decir todo lo que debes hacer, para NO caerte de la balsa, y puedas disfrutar del recorrido.
Cuando comenzamos, obviamente debes de tener la ropa adecuada para realizar esta actividad y para eso ellos te prestan un “wet suit”. Ahora, no se si alguna vez haz utilizado uno, pero si lo has hecho sabrás que nunca se puede ser lo suficientemente delgado para ponerse uno. No importa las pocas libras que uno pese, ¡Ponerse eso es un reto! Así que completando la primera parte –meterte en el “wet suit”, ¡suerte!- vamos a lo próximo, que son las instrucciones del guía. En nuestro caso, nuestro guía fue Eduardo. El pobre Eduardo, que al sol de hoy estoy segura que debe de estar aún con la audición lastimada por culpa de mi compañera de remo y mía, se portó de maravilla con nosotros. Así, que ya con el “wet suit” puesto, el casco, y las instrucciones, nos vamos para el agua. El equipo “Hakuna Matata” –como nos autobautizamos- iba remando, remando, remando, remando, remando, re… aaahhhh!!!!
Y llegamos al primer rápido, en el cual para perder el susto rápido, no te avisan mucho, y así matas el miedo. Te digo, aunque te pueda entrar el frio olímpico, pon cada gota de valor que tengas y realiza esta aventura. Esta aventura es uno de esos momentos “one-in-a-life-time” que vas a tener.
Durante el recorrido del río, Eduardo, cortó una flores de Papiro –esa flor se utiliza para hacer ese tipo de papel, papiro-, y para identificarnos como equipo, nos las puso en la cabeza. No se si recuerdas los muñecos de “Looney Tunes” que había un marcianito… Mmmmm, pues ya tienes una imagen de cómo más o menos nos veíamos todo el equipo con el ajuar completo puesto… Yeah, epic fail.
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El caso es, que un poco después, había una piedra de 23 pies de alto. Parte de la aventura es saltar la piedra. No hace falta decir que salté de la piedra.
Aunque lo pensé por un periodo de 10 minutos, lo hice. Cuando haces ese salto, -al menos el primero- vas a sentir eterno el momento en que tu cuerpo abandona la piedra y cae al agua. Me atrevo a decir que es excelente para tratar y calmar el “stress”. Deberías intentarlo; cuando tengas mucha tensión, brincas de esa piedra y créeme que no vas a pensar en nada más porque todos tus pensamientos van a estar centrados en la caída.
El recorrido dura dos horas, pero todos los chicos del equipo de Rancho Jarabacoa se encargan de que la pases tan bien, que te va a parecer muy corto. Cuando regresas al hotel, para relajarte, te metes de cabeza en una de las piscinas. Lo más rico es que como tienes la adrenalina por las nubes y la sangre corriéndote a mil por todo el cuerpo, vas a encontrar ese chapuzón increíblemente relajante. Mientras te relajas en la piscina –la cual por cierto el agua es filtrada del río- en la cocina están preparándote la cena. Esta vez, disfruté del menú del Rest. El Bambú. Por recomendación pude saborear la especialidad de ellos, que es: “El chivo encendido” . ¡Riquisimo!
Otra cosa que logré probar, fue una crema de maíz… Oh God! Divina… simplemente, ¡divina!. Bueno, luego de gastar las baterías, una siesta no cae nada mal y con el frio rico que hace en las villas del hotel, mejor todavía. No se ustedes, pero una de las cosas más ricas de cuando uno se acuesta en las camas, es cuando las sábanas están un poco frías y nos acurrucamos lo más que podemos, dejando literalmente solo la mitad de la cara fuera de las sábanas y solo porque necesitamos respirar. Con baterías recargadas, a comer de nuevo se ha dicho. Esa noche, el chef del restaurante nos abrió las puertas de su cocina, y nos dejó ayudar. Ellos realizan un tipo de “cooking workshop” con sus invitados.
Con un frío rico de unos 75 grados, un cielo forrado de estrellas, el sonido del río Yaque, un sancocho dominicano que puedes saborearlo con solo olerlo, y con nuevos amigos con los que compartirás comida y vivencias, cerrarás tu noche… Cuando vengas de visita a Jarabacoa.
Y recuerda a la mañana siguiente pedir un café para llevar y apreciar una vez más, la belleza de ese lugar antes de irte… Recuerda que nunca serán suficiente las fotos para capturarla.
Stay tuned para mi próximo blog! Y recuerda seguirme en Nos Vamos de Paseo, todos los sábados a la 1:00pm por Telemundo.