Por: Dennis Márquez
Senador del PIP
El norte del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) siempre ha sido adelantar la independencia de Puerto Rico que, a la luz de las expresiones de las tres Ramas del Gobierno federal, adversas al actual régimen colonial y a la crisis fiscal-económica, resulta más imperativo que nunca contar con los poderes y herramientas para construir una nación libre y próspera. Para ello, nuestra posición histórica siempre ha sido la de promover una asamblea de estatus como mecanismo que nos permita confrontar al Gobierno de Estados Unidos para que les hablen claro a los puertorriqueños y puertorriqueñas sobre las verdaderas opciones de estatus y las vías para alcanzarlas. En cambio, la actual mayoría parlamentaria propuso una consulta entre las opciones de estadidad, libre asociación e independencia mediante el Proyecto 51.
La referida medida, desde su exposición de motivos hasta algunas de sus disposiciones, es una cargada e inclinada a favorecer la anexión frente a las otras opciones. Tampoco se puede refrendar dejar en manos del secretario de Justicia federal, la certificación de las definiciones de cada fórmula, pues sería dejar la puerta abierta a permitir una definición colonial y territorial, contraria a la intención descolonizadora de la medida. Además, como indiqué desde el hemiciclo cuando se discutió el proyecto, no estuvimos de acuerdo con que la comisión que se crearía para defender la opción ganadora conceda representación preferencial al sector anexionista para ir a negociar en Washington.
De igual forma, no se atendieron nuestras peticiones de garantía de tiempo igual en los medios propiedad del Estado para asegurar una difusión justa para todas las alternativas.
Esas, en síntesis, fueron las principales razones a nivel legislativo por las que no favorecí el Proyecto 51, al igual que el compañero Juan Dalmau en el Senado. No obstante, sí reconozco la intención de la iniciativa para atender el asunto de inferioridad política que representa el ELA. Las enmiendas de la Cámara que se incorporaron al proyecto pueden representar un paso de avance en la discusión urgente de nuestra relación con Estados Unidos. Es también un gran mérito del proyecto el que no se ofrezca como remedio al coloniaje un estatus colonial maquillado, como han pretendido los que reclaman el derecho a ser colonia a perpetuidad.
Luego de asumir nuestra posición legislativa respecto al proyecto, y de haberse aprobado el mismo, resta por determinarse cuál será la posición política del Partido Independentista. El próximo domingo, 5 de febrero, el Comité Central se reunirá para discutir el asunto y tomar una decisión sobre el particular.
A esta generación le ha tocado enfrentar el momento de la suprema definición de la que habló don Pedro Albizu Campos. Hoy el evidente fracaso del experimento colonial hace imposible seguir postergando ese momento. Nadie con un mínimo de sensatez puede dejar de ver la relación entre la tragedia fiscal, social y económica que vive Puerto Rico y la inferioridad política que es el ELA. Actuemos ya para comenzar a construir un país libre y próspero.