En enero publiqué una columna en este rotativo en la que advertía sobre la trampa que el PNP le estaba tendiendo al PPD. “Con el plebiscito de [junio], el PPD tiene ante sí un reto monumental. Modernizarse más que reorganizarse, diversificarse más que homogeneizarse, y abrirse más que atrincherarse. Para ponernos de pie y evitar caer nuevamente en la trampa anexionista, tenemos que salir a escuchar, no encerrarnos para hablar solo entre nosotros”.
Lamentablemente, en el PPD caímos en la trampa. La estrategia de esperar a una respuesta del Departamento de Justicia federal, que posiblemente nunca llegue, como condición para un próximo paso hacia la definición de nuestra posición ante el plebiscito, es un error. Ese vacío lo han llenado algunos individuos, que, a pesar de presentarse en las elecciones bajo la insignia de la Pava, no cuentan con el resto del partido ni su base para así adelantar sus propias estrategias. La culpa por el descalabro político que enfrentamos la tienen tanto aquellos que siguen estrategias bien intencionados pero equivocadas como aquellos que solo aspiran al protagonismo individual, aun cuando pueda costarle al partido que dicen representar.
El junte soberanista anunciado esta semana es el más notorio indicio de la incoherencia política que se vive en el PPD. Manuel Natal, Alexandra Lúgaro y Juan Dalmau —en lo que solo puede describirse como un matrimonio de conveniencia—, cada uno individualmente piensa estar sacándole partido y ventaja a los otros dos, a pesar de que pocas cosas los unen política o ideológicamente.
Juan Dalmau, por un lado, ha hecho lo que Natal nunca ha estado dispuesto a hacer. Ha molido vidrio por su ideal, presentándose bajo la insignia del PIP, no la del PPD, a pesar de que, hasta esta última elección, nunca había sido electo. Con Lúgaro es poco lo que pueden tener en común, particularmente cuando ella ha oscilado entre todas las tendencias políticas habidas y por haber.
En la campaña había que cerrar recintos de la UPR; ahora marcha con los estudiantes. En un momento dijo que apoyaría que una junta de control fiscal tomara control absoluto de las finanzas del país; en otro se cantaba independentista. Y, tan reciente como en el mes de enero, la Lcda. Lúgaro le dijo a Metro que “en estos momentos no tenemos sustentabilidad alimentaria ni energética, por lo que la única movida descolonizadora sería la estadidad”. Añadió que la estadidad sería “la respuesta inmediata, porque permitiría afrontar las carencias de Puerto Rico”. Ayer en Radio Isla 1320 hablaba de las bondades económicas de la independencia.
¿Cuál es cálculo político de cada cual? Dalmau apuesta, correctamente, a que el PIP solo no puede sumarle votos a la independencia en un proceso electoral, como no ha podido por los pasados 70 años. Natal apuesta a expandir su proyección protagónica como líder de un movimiento político ajeno al PPD. Lúgaro apuesta a tener nuevamente una plataforma política que le permita salir del exilio farandulero. De los tres, solo Dalmau vela por los intereses de una causa mayor y de su colectividad.
Para el PPD, esta escisión llega en mal momento. Insisto, la culpa no la tienen solo los que se han adelantado a asumir posturas ante la falta de dirección del PPD. Pero sus acciones le están cerrando el paso a la colectividad. En 1991, con el referéndum sobre el reclamo de derechos democráticos, el PNP corrió una campaña sumamente exitosa en la que caracterizó el apoyo que le daban a la alternativa del “sí” líderes como Rafael Hernández Colón, Rubén Berríos y Carlos Gallisá, como “la alianza popular independentista y socialista”. Ya en esta ocasión no solo le hemos dado la oportunidad de hacer una campaña similar, sino que, además, le hemos provisto de la fotografía para correr dicho esfuerzo publicitario.
Más aún, se le cierra el paso a la posibilidad de una expresión de rechazo bajo la alternativa antiestadista al abuso de poder del PNP, a las medidas impositivas y a otras decisiones desacertadas de esta administración. Muchos populares se sentirán preocupados de que su voto en esa columna pueda interpretarse como un apoyo a la independencia que proponen Juan Dalmau y el PIP. En ese sentido, la conferencia de prensa que hizo el senador Cirilo Tirado el día anterior a la del famoso junte apuntaba en una dirección más sensata y que habría logrado aglutinar más sectores dentro y fuera del PPD.
Al abocarse a una línea ideológica dura —y la participación del PIP en este esfuerzo no puede entenderse de ninguna otra forma—, el integrante “popular” del junte le ha hecho un grave daño a la colectividad que nominalmente representa.