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Camino a la libertad

Por: Denis Márquez

El miércoles pasado, junto a la compañera vicepresidenta del Partido Independentista Puertorriqueño, María de Lourdes Santiago, y el senador Juan Dalmau, asistí a la actividad de celebración de la excarcelación de Oscar López Rivera en la Plaza de la Convalecencia en Río Piedras. Previamente, poco después de su regreso a Puerto Rico y coincidiendo con el inicio de mi función legislativa como representante del PIP en la Cámara, tuve la oportunidad de conocerlo e intercambiar impresiones sobre diversos asuntos. Recibí de su parte un abrazo que ha servido de aliciente durante las constantes luchas en la Legislatura tras las múltiples medidas draconianas aprobadas. Estuvo presente el compañero Rubén Berríos, quien ya ha expresado que, ahora que Oscar disfruta de su plena libertad personal, miles y miles de puertorriqueños podrán tener la oportunidad de conocerlo como un ejemplo de la inquebrantable tradición histórica, de consagración y lealtad sin límites con la causa de nuestra independencia nacional.

Ese espíritu de reafirmación por la independencia de Puerto Rico quedó plasmado más temprano en el día cuando durante una conferencia de prensa Oscar no titubeó en señalar al colonialismo no solo como la raíz de nuestro problema, sino la imperante necesidad y pertinente exhortación a superar como pueblo dicha condición, óbice a nuestro desarrollo político, social y económico. Su total solidaridad con los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, a quienes expresó que su “corazón y espíritu” estaba con todos ellos, su atinada visión sobre las verdaderas intenciones de la Junta de Control Fiscal, “que viene a saquear al país”, son ilustraciones claras y prístinas de un ser humano cuya integridad y vocación para con la libertad de su patria permanece indemne e incólume como él mismo expresó.

Ese mismo miércoles, mientras nos regocijábamos con la libertad física de Oscar, la jueza Laura Taylor Swain, gobernadora de facto de Puerto Rico, indicó en la primera vista del proceso de quiebra que la misma “traerá dolor y decepcionará a muchos porque Puerto Rico no tiene el dinero para cumplir con sus obligaciones”. Con esas expresiones, tan crudas como nuestra realidad colonial, se reafirma nuestra posición de que todas las imposiciones de PROMESA son para garantizar y privilegiar a los acreedores. Peor aún, denotan y anticipan mayores sacrificios sobre quienes ya lo han sacrificado todo tras décadas de gobiernos abusivos e incompetentes del Partido Nuevo Progresista y el Partido Popular, ambos colaboradores incondicionales del sistema colonial e imperialista norteamericano.

Ambas realidades, la encarcelación del  compañero Oscar hace 36 años —preso por nuestra condición colonial, decorada bajo el actual régimen de inferioridad política, que es el ELA—, cuya libertad física celebramos hoy, y las reveladoras expresiones de la jueza Laura Taylor Swain sobre el futuro de las finanzas del país y mayores privaciones al pueblo deben dictar con mayor pertinencia que nunca el camino de la lucha por la independencia con la misma actitud, rectitud y acción con la que Oscar López Rivera ha anunciado a su patria que lo hará.

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