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La prensa, en arroz y habichuelas

Estamos a días de comenzar la Semana de la Prensa en Puerto Rico y es momento de provocar una reflexión más visible sobre el mejor oficio del mundo, según lo proclamara Gabriel García Márquez. Claro, esa reflexión sobre el ejercicio del periodismo en nuestro país y en el mundo debe ser continuo y no limitarse a las celebraciones que están por comenzar.

Más allá de los debates puntuales que nos han ocupado en tiempos recientes, como el impacto de los medios digitales en nuestra profesión, la reflexión en estos periodos tiene que regresar al punto de origen. Estos tiempos son pertinentes para preguntarnos si estamos cumpliendo con los objetivos fundamentales de nuestra profesión. Y sin teorías rebuscadas, el periodista tiene una misión fundamental en todas las sociedades. El periodista cubre, investiga, corrobora, relata, descubre, interroga, fiscaliza, contextualiza y, por ende, educa para que la gente llegue a sus conclusiones y tome las decisiones individuales o colectivas que entienda mejor.  El periodista, no importa la plataforma que tenga a su disposición, es el interlocutor más eficaz entre el poder y los necesitados. 

La reflexión sobre el estado del periodismo en estos días tiene que ser de todo el país, no exclusiva de los gremios a los que pertenecemos. Debe ser inclusiva, abierta y profunda, sin miedo a la crítica.  Los periodistas tenemos que estar siempre abiertos a los señalamientos constructivos que nos mejoren cada día. A fin de cuentas, nuestro trabajo es de los pocos —incluso más que el los políticos— que están sujetos al escrutinio público todos los días.   Claro, debo distinguir de esa crítica que veo como necesaria de los ataques sin fundamentos de los que con regularidad nuestros profesionales son víctimas. Esos que se manifiestan con violencia verbal, insulto y señalamientos personales tienen que ser tomados como señal de que el respeto por la libertad de expresión es una falacia, y en algunos casos (sobre todo los que se reciben a través de las redes sociales) como muestra del grave problema de salud mental que tiene el país y que como periodistas debemos abordar más.

Fomenté esa conversación cuando estuve al frente de las dos organizaciones periodísticas del país. Ahora, desde este espacio, hago mis señalamientos sobre las fallas que debemos superar como profesionales.

Hoy aquí me concentro en una. En los tiempos que enfrentamos como país, necesitamos periodistas que expongan los problemas con profundidad.  Basta de la superficialidad en el periodismo puertorriqueño. Basta de explicarle a la gente los asuntos importantes en “arroz y habichuelas” como si le estuviéramos dando comida a un bebé. Basta de tratar al pueblo como una masa de ignorantes, exponiendo los issues como si fuéramos los maestros en un salón de clases.

Este pueblo es uno inteligente y educado. Los periodistas tenemos que elevar la vara en la cobertura para que el pueblo eleve la vara en sus debates diarios y a su vez eleve la vara cuando le toque tomar decisiones importantes.

Salgo a la calle diariamente y me encuentro con un pueblo sediento de más información de la que se provee. Los periodistas no estamos siendo suficientes ante las necesidades de conocimiento que tienen los ciudadanos.  Y me refiero a los periodistas, no a los medios.  Obviamente, las empresas de comunicaciones deciden los temas a cubrir, pero los reporteros les damos cuerpo a los asuntos que se nos asignan. Es imperativo proporcionar contenido más profundo para cada una de las asignaciones que recibimos a diario.

Hay muchos periodistas que lo están haciendo, pero en este momento tenemos que ser todos.  Podrá reclamarse que los periodistas han sido sustituidos por los ciudadanos a través de las redes sociales. Pero no; las redes sociales son una poderosa arma para los periodistas, una fuente de información inmensa y una vía directa de comunicación entre la gente común y los periodistas que debemos aprovechar al máximo y con el mayor sentido ético.  Por lo tanto, seguimos siendo los periodistas arma fundamental en la sociedad para que la sociedad, por la vía de la información y el conocimiento, mejore cada día.

Que comience la reflexión en la Semana de la Prensa y ¡que viva el periodismo!

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