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"No al recorte de la jornada laboral"

Lea la opinión del secretario de la Gobernación

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En los tribunales y en otros procesos en que dos o más partes presentan sus posturas con el fin de lograr un objetivo, aunque común, por diferentes vías y desde distintas perspectivas, se reconocen las discrepancias entre los puntos de vista que se van compartiendo como parte de la discusión cuando uno de los interlocutores expresa que “difiere respetuosamente” de su contraparte en el proceso. En el caso del Gobierno de Puerto Rico, nuestra gente usualmente estaba acostumbrada a este tipo de reacción cuando la oposición política (a veces variando el nivel de respeto en sus expresiones) presentaba sus posturas o alegaba tener en sus manos mejores opciones para alcanzar la meta del bien común y bienestar general que, según se alega, queremos todos y todas para Puerto Rico.

En los tiempos que vivimos, la presente administración no solamente heredó una difícil situación fiscal, sino que también la histórica puesta en vigor de las herramientas que el Congreso de los Estados Unidos entendió eran necesarias para la recuperación fiscal de la Isla y el cumplimiento del Gobierno de Puerto Rico con sus obligaciones ante terceros, entiéndase acreedores. A tales y otros tantos efectos, la Ley federal PROMESA creó la Junta de Supervisión Fiscal como un brazo fiscalizador de la asignación y erogación de fondos públicos que supone extendiera a su vez una mano amiga en el proceso y desarrollo económico de la Isla.

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Si bien es cierto que, hasta el presente, nuestra administración ha mantenido un diálogo abierto con los componentes de la mencionada Junta y trabajado en realizar los ajustes necesarios para cumplir con el Plan para Puerto Rico sin trastocar la postura estatal y federal de que resulta esencial una restructuración gubernamental que permita la reducción de costos operacionales del gobierno y el cumplimiento de sus obligaciones fiscales o financieras. Si lo que queda de la oposición quiere calificar nuestra manera de “diferir respetuosamente” con alguna teoría de “sumisión” o “contubernio” deben saber que ha quedado claro que dialogar, mediar, acordar y conciliar requiere una veces ceder y otras precisar. En cambio, es evidente que, en el otro extremo, hay quienes han descrito nuestra gestión protectora de la ruta trazada como “hacerle frente” al mencionado organismo. Llámenle como prefieran, la realidad es una, el honorable Ricardo Rosselló y todos en su equipo de trabajo continuaremos promoviendo el bienestar general de nuestra gente y fortaleciendo nuestra economía mientras reestructuramos el Gobierno de Puerto Rico protegiendo siempre a los más vulnerables y sin afectar de manera adversa a nuestros servidores públicos.

Es por ello que nos mantenemos firmes en que en nuestra administración no daremos paso al sugerido “recorte de jornada laboral” por no estar contemplado en el Plan Fiscal avalado por la Junta de Supervisión ni en el Presupuesto aprobado, mucho menos en el Plan para Puerto Rico. De ser necesario, estudiaremos, encontraremos y estableceremos mecanismos alternos para promover el adecuado y esperado flujo de efectivo. Tengamos presente que la Ley federal PROMESA, aunque claro ejemplo del yugo colonial que representa nuestra situación política actual, establece claramente que hay determinaciones que tienen que ser atendidas y tomadas por acuerdo. No habrá acuerdo alguno en aquello que en no consentimos, como lo es la sugerida reducción de jornada ni la reducción del bono de Navidad. Tales mecanismos afectarían nuestra economía y, como efecto multiplicador, provocarían una merma de los recaudos del gobierno y en los estándares de calidad de vida en nuestro terruño.

Seguro que hemos de diferir, pero hemos de ser respetuosos del proceso establecido, dejando meridianamente claro que estamos conscientes de la necesidad de hacer ajustes y mantener la mirada puesta en nuestro Norte. No obstante, sobre esta mesa de diálogo, no estarán expuestas ni comprometidas las promesas y compromisos que hemos hecho con nuestro Pueblo. El respeto, el diálogo y la búsqueda de soluciones a los problemas heredados por nuestra Isla tienen dos vías y es nuestro mayor anhelo mantenerlas abiertas. Si imponer nuestro criterio puede resultar en un impase, el que nos impongan el ajeno, sería un atropello.

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