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Enajenación de los alcaldes

Imagine esta situación: una persona estuvo gran parte de su vida de fiesta en fiesta, comiendo y bebiendo sin control, derrochando dinero y pasándola bien.  Desde un momento dado sus ingresos comienzan a mermar. No obstante, en lugar de comenzar a controlar sus gastos, continuó con su estilo de vida, compensando la parte económica con los ahorros que tenía. La situación de los ingresos seguía empeorando, pero la persona se resistía a cambiar su comportamiento. Buscaba cualquier excusa para justificar su estilo de vida. Se agotaron los ahorros y comenzó a usar las tarjetas de crédito. A eso se suma que su condición de salud comenzó a quebrantarse. Sin embargo, ya está adicto a un estilo de vida y, aunque su situación comienza a demandar cambios más serios, son pocos los ajustes que hace y sigue casi igual. De pronto, el dinero no le da, trepó las tarjetas de crédito al límite, le cerraron la llave del “fiao” y, para completar, sus arterias coronarias están obstruidas y tienen que operarlo del corazón.

La posición de la persona es que someterse a dicha operación es algo muy drástico y doloroso. Respecto a su situación económica, dice que es injusto tener que cambiar su estilo de vida de forma tan fuerte, que puede afectar a terceros y que necesita continuar gastando. Con ese panorama, indica que, si no le dan más dinero y le insisten en operarlo del corazón, realizará desobediencia civil para evitarlo a toda cosa.

¿Le parece una posición absurda? Pues así de absurdo puede resultar la posición de muchos alcaldes en el sentido de que deben realizar desobediencia civil  para resistir los cambios drásticos que traen las tempestades que hoy vivimos, gracias a esa vida de baile, botella y baraja que se acostumbraron a vivir. Los ingresos bajaban, pero las medidas que se tomaban, si algunas, eran muy tímidas y no guardaban proporción con la realidad. Si no se dan esos cambios, sencillamente mueren. Ciertamente, no todos los municipios actuaron de esa forma, pero sí muchos. Hoy vemos alcaldes que, con las arterias municipales tapadas de deudas o con poco flujo de dinero, parecen vivir enajenados de la realidad. El alcalde novoprogresista Javier Jiménez (San Sebastián) dice que la Junta de Supervisión Fiscal (JSF) es una autoritaria, que nos dice todo lo que tenemos que hacer,  que hay que sacarla y que no hace falta para reestructurar la deuda.

Cuando algo no se quiere entender, no se entiende. La situación económica y fiscal de la isla es una en crisis que requiere cambios drásticos y muchos alcaldes no desean verlo, resisten entenderlo. Desde tiempos inmemorables el Gobierno ha producido presupuestos desbalanceados y ha vivido tomando decisiones políticas, pensando en elecciones, en lugar de pensar en lo que realmente es necesario. Nos endeudaron hasta más no poder y hoy no tenemos más acceso a préstamos. De hecho, estamos litigando para no pagar el dinero que debemos. Así de buenos hemos sido en la administración de la cosa pública, ¿no? Los alcaldes responsabilizan al Gobierno central por la debacle, pero no dicen que muchas decisiones de ese Gobierno central fueron basados en presiones de los alcaldes. Si no le daban lo que querían, halaban por los micrófonos de los medios de comunicación para criticar al Gobierno (aun siendo de su mismo partido) hasta que les dieran lo que querían. ¿Van a negarlo? Muchas “obras” municipales han resultado en dinero botado, que solo sirvieron para llenar los ojos de los electores e incrementar el lío económico. ¿Dónde está el dinero que necesitan hoy para brindar servicios? Pase por esas obras y ahí verá parte de ese dinero.

Cuando escucho a un político decir que podemos resolver la situación sin la intervención de un ente que controle las acciones del Gobierno, solo pienso cuán enajenada está la clase política que tenemos. Desde hace años estamos viendo el barco hundiéndose y le pregunto: “¿Qué gobierno ha tomado acciones acertadas para evitar llegar a donde estamos? La lógica humana dice que si estamos donde estamos es porque nadie tomó las decisiones que había que tomar. La propuesta del alcalde pepiniano… ¿Es que volvamos a confiar en los que nos hundieron para salir de este hoyo? ¿En los que toman las decisiones pensando en las próximas elecciones? Lo siento, pero yo perdí toda la confianza.

Hemos probado de todo: gobierno azules, gobiernos rojos, gobiernos compartidos y ¿el resultado? Empeoramos cada vez.

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