El Gobierno de Puerto Rico ha anunciado que escogió el exitazo mundial “Despacito” para encabezar la nueva campaña turística de la isla. El propio Luis Fonsi hizo el anuncio, mientras que el gobernador Ricardo Rosselló realizaba la ceremonia anteayer en La Fortaleza. La dirección de la Compañía de Turismo ha dicho que irá midiendo el resultado real del esfuerzo, que se concentra en la gira de conciertos del artista boricua.
De entrada, me parece que la decisión es acertada. No hay, y no ha habido por los pasados años, un tema musical interpretado por puertorriqueños que se haya convertido en un fenómeno mundial. Lo interesante de este tema es que este, cuando se escucha por extranjeros, se asocia rápidamente con Puerto Rico. No importa dónde uno esté.
Recientemente me fui de vacaciones familiares por varios países europeos y no hubo un rincón donde no se escuchara “Despacito”. Ya sea en un taxi, a través de los músicos de la calle, en un restaurante o a lo lejos. La canción ha puesto en el mundo el nombre de Puerto Rico, como lo han hecho en la historia reciente, en un mayor grado, artistas como Calle 13 y Ricky Martin. Y no hay nada de malo en que el Gobierno se aproveche, en el buen sentido de la palabra, de esos éxitos para adelantar las causas del país, en este caso, para que recibamos más visitas y se mueva nuestra economía.
Me parece loable que el director de Turismo, José Izquierdo, haya anunciado que se medirá el efecto de esta campaña, para la cual se han destinado sobre $700,000. Hubiese esperado, sin embargo, que Luis Fonsi se proyectara más desprendido con respecto a la situación fiscal del Gobierno al momento de pasar la factura. Claro, hay que hacer la salvedad que esos fondos no salen directamente de las contribuciones de los puertorriqueños, sino de los impuestos por cuarto que se pagan en los hoteles del país. También hay que reconocer que Fonsi no controla la maquinaria que le rodea. Pero, ciertamente, hubiese sido una mayor satisfacción que Fonsi cediera gratuitamente los derechos de su interpretación al Gobierno y al país.
Por otro lado, no caben aquí los argumentos livianos de los puritanos musicales que se muestran avergonzados con la presentación de Puerto Rico ante el mundo a través del ritmo del reguetón. Nos guste o no, Puerto Rico es visto como la cuna de ese género. Así me lo decían unos chilenos en España, al preguntarnos de dónde éramos tras mostrar emoción al escucharse “Despacito”.
Muy bien me lo decía ayer el director de la Fundación Nacional para la Cultura Popular, Javier Santiago. Planteaba que era loable que se aprovechara esa manifestación, como otras tantas, para promovernos en el exterior, no solo como destino, sino como un país lleno de talento y esperanza.