Los 80 se encontraban ya en el Antiguo Casino de San Juan. Había, entre ellos exgobernadores (as), legisladores, empresarios y académicos. Todos sentados a la mesa. Prestos a trazar una agenda común que permitiera exigir unidos a Washington una solución definitiva al dilema de Puerto Rico.
El gobernador Ricardo Rosselló inició el cónclave: “Les he convocado porque, ante la crisis monumental que enfrentamos, he llegado a la conclusión de que la ruta de mi plan es equivocada porque divide, polariza y causa gran dolor al país. Es necesario unir nuestras voluntades para trazar un nuevo plan bajo el cual todos podamos estar unidos”.
En eso se levantó Rafael Hernández Colón y dijo: “Gobernador, aunque esto me resulta muy doloroso, he llegado a la conclusión de que las herramientas que en su momento nos dio el Estado Libre Asociado hoy no existen más. Ante esto, la relación actual representa un escollo brutal a nuestro desarrollo y tiene que cambiar”.
Carlos Romero Barceló le interrumpió: “¡Que bueno que llegaste a esa conclusión Cuchín! Ahora, nosotros jamás apoyaremos nada que no sea la estadidad”.
A lo que Héctor Ferrer respondió: “No tenemos que estar de acuerdo sobre las opciones de estatus sino en cuanto al proceso que impulsaremos ante Estados Unidos. Ustedes se comprometerán a que sea uno justo y nosotros a que entre las opciones no estará el ELA colonial”.
“Creo que eso es necesario”, señaló Thomas Rivera Schatz. “Después de toda una vida atropellando, discriminando y amañando los procesos para lograr un resultado favorable a la estadidad sin éxito necesitamos un cambio de estrategia radical para lograr mover esto”.
Por su parte, Alejandro Garcia Padilla levantó su mano y admitió: “Yo cometí un grave error al apoyar PROMESA. Sus resultados han sido y serán nefastos. Hemos perdido todo control de nuestra tierra, la reestructuración de la deuda no está en nuestras manos y las decisiones que se están tomando favorecen a Wall Street. Es necesario levantarse de una vez contra la Junta y exigir al Congreso la derogación de esta ley maldita”.
En eso, el gobernador iba a tomar la palabra pero lo interrumpió su padre, Pedro Rosselló: “Disculpa mijo, quisiera darte un consejo público para que aprendamos de los errores del pasado. Una de las injurias que cometí contra este pueblo fue vender sus hospitales y privatizar por completo su sistema de salud. Es imperativo exigir a Estados Unidos que mantenga los fondos de salud por un tiempo definido y que, mientras tanto, nos de libertad para montar un sistema que cada vez menos dependa de ellos. No podemos seguir dependiendo de fondos federales en el gobierno”.
En eso, había llegado Luis Fortuño Burset y pidió un turno de privilegio: “Yo he venido aquí para reconocer que tuve parte en la debacle de este país. Por eso creo necesario lanzar un proceso para investigar las decisiones fiscales tomadas por todos nuestros gobiernos. Todos conocemos de la corrupción y el despilfarro de fondos públicos y de las medidas de austeridad que se tomaron contra el pueblo en el proceso. Caiga quien caiga, es necesario investigarlo y llevarlo hasta las últimas consecuencias”.
El presidente de la UPR, Darrel ‘Rambo’ Hillman y el alcade de Arecibo, Carlos Molina, aprovecharon la oportunidad para renunciar a sus jugosos aumentos de sueldo. Ambos argumentaron que, mientras su pueblo sufriera gran pobreza y la Universidad estuviese amenazada por lo recortes brutales, sus conciencias no les dejaría dormir si tomaban ese aumento.
Finalmente, todos acordaron que como país: 1) Impulsaremos juntos un proceso justo para resolver el tema del estatus y exigiremos por todos los medios necesarios a Estados Unidos que hable claro y diga qué esta dispuesto a negociar con el pueblo de Puerto Rico. Ante esto dejaremos a un lado los resultados cuestionables del plebiscito y derogaremos la ley que crea el Plan Tenesí.
2) No negociaremos más con la Junta ni le asignaremos un solo centavo del pueblo de Puerto Rico. Exigiremos por tanto la derogación y remplazo de la ley PROMESA.
3) Impulsaremos una reforma política para conocer la verdad sobre la corrupción gubernamental que nos permita transicionar de esta clase política desgastada a una nueva que sirva a Puerto Rico con honestidad.
Por supuesto, todo lo que leyó anteriormente ha sido producto de la imaginación.
Lo que verdaderamente aprobó el Junte de los 80 esta semana se aleja totalmente de esto. Más bien fue una reunión de mendigos que han decidido utilizar la estrategia de ir a pedir limosnas a un gobierno racista e indiferente que poco le importa lo que pase en Puerto Rico.
Estas líneas han sido producto del deseo de ver que se viabilice un proceso de consertación verdadero en el que enfrentemos nuestros problemas desde su raíz y permita el renacimiento del país.
Si le parece ridícula esta aspiración, imagínese cuán absurdo y ridículo es esperar que quienes nos metieron en esta crisis brutal sean los mismos que tracen una ruta distinta para sacarnos.