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De la reflexión a la acción

El inicio de cada año y los tiempos de cambio nos brindan el espacio para reflexionar sobre las oportunidades y la responsabilidad de elegir el camino a seguir, tanto por los esfuerzos que conlleva escoger la ruta trazada, como sobre las implicaciones personales y colectivas que tiene el tan solo dirigirse a la meta. Hoy, estamos abriendo caminos hacia un futuro mejor; atendiendo los reclamos de nuestro Pueblo, según expresado en las urnas. Primero, avalando el Plan para Puerto Rico en noviembre de 2016, y más tarde, participando de la consulta democrática en la que se le otorga un mandato al Gobierno para lograr la descolonización de la isla por medio de la admisión de Puerto Rico como el estado número 51 de la Unión.

A esos efectos, en las primeras semanas del año, el honorable Ricardo Rosselló Nevares no tan solo ha informado al Pueblo de los cambios estructurales y organizacionales que se van dando en el andamiaje gubernamental, sino que también ha presentado cinco planes de reorganización a la Asamblea Legislativa conforme a lo establecido en la Ley del Nuevo Gobierno de Puerto Rico, aprobada el pasado año, la cual ha sido objeto de más de uno de los escritos que este medio me ha permitido compartir con sus lectores. Se ha propuesto una nueva Junta Reglamentadora de Servicio Público, importantes cambios al Departamento del Recursos Humanos, integraciones de programas específicos al Departamento de Desarrollo Económico y Comercio, igualmente al Departamento de Educación y de Recursos Naturales y Ambientales. Además, el proyecto incluye una trascendental transformación en política pública sobre las funciones y prerrogativas del Consejo de Educación de Puerto Rico. Todo ello, representando un ahorro de más de $220 millones durante los primeros cinco años.

Del mismo modo, el gobernador Rosselló Nevares ha viajado a Washington, D.C. para presentar al Congreso, junto a la comisionada residente y los presidentes de nuestros Cuerpos Legislativos, las credenciales de quienes componen la Comisión de la Igualdad para Puerto Rico. Más que un esfuerzo, es un movimiento dirigido a la justa y razonable evolución de nuestra relación con la metrópoli. En una mirada a la forma y manera en que está constituida la nación a la que pertenecemos, pero de la cual aún no somos parte integral, el periodista Daniel Lazare nos recuerda que “la más fundamental de las libertades es la libertad de la mayoría democrática para alterar la sociedad que le rodea como entienda pertinente, sin tradiciones o restricciones constitucionales que obstaculicen el camino”. En ese sentido, en la práctica de las libertades que nos otorga nuestra ciudadanía americana, exigiremos con acciones aquello que en derecho nos corresponde por origen, legislación y voluntad.

Decía nuestro Eugenio María de Hostos, cuyo natalicio conmemoramos al momento de escribir estas líneas, que el “derecho no ejercitado, no es derecho; derecho no vivido, no es derecho; derecho pasivo, no es derecho. Para que él sea en la vida lo que es en la esencia de nuestro ser, hay que ejercitarlo”. Y al definir el ejercicio del derecho, añadía: “Ejercitarlo es cumplir con el deber de hacerlo activo, positivo y vivo”. Por eso, es importante continuar aunando recursos y esfuerzos en nuestro archipiélago, en la capital federal y en otras jurisdicciones, para promover de manera democrática el cambio que queremos y merecemos, en el trato que se le brinda a Puerto Rico y a sus residentes. La igualdad solicitada en las urnas se tiene que convertir en el adecuado reclamo ante el Congreso, de manera que demostremos, no solo nuestro interés en que se haga justicia a los ciudadanos americanos, cuyas desventajas son solo consecuencia de su ubicación física en este territorio no incorporado, sino también nuestra capacidad y aspiración de aportar equitativamente a los cambios políticos, económicos y sociales que esperan y buscan nuestros conciudadanos del Norte.

Bien hacemos en actuar conforme a aquella reflexión del reverendo Martin Luther King, hijo, cuando motivaba a individuos y masas con sus palabras. “Da el primer paso con fe,” decía, añadiendo que no había “por qué ver toda la escalera”. Concurro con él cuando dice que “basta con subir el primer peldaño”.

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