¿Con quien preferimos trabajar, con un líder narcisista o un líder humilde? La respuesta puede ser más complicada de lo que pensamos. Según los datos, los líderes menos efectivos son los narcisistas, mientras que los humildes “pueden” tener mejor impacto. La realidad es que cada día más, los datos validan que los mejores líderes no son humildes ni narcisistas. Son humildes narcisistas.
¿Cómo se puede ser narcisista y humilde al mismo tiempo? Súper sencillo, pues, aunque las dos cualidades suenan opuestas, es posible que vayan de la mano. Los narcisistas “creen” que son especiales, superiores, les encanta verse en el espejo, la tele, las redes sociales, las revistas y hasta en los cómics. Los líderes humildes saben que son falibles e imperfectos. Los humildes narcisistas traen lo mejor de ambos mundos: tienen visión, empuje, enfoque, carisma y, a su vez, tienen la capacidad y disposición de reconocer sus debilidades y aprender de sus errores. Como resultado, los humildes narcisistas siempre tendrán colaboradores más productivos y efectivos.
Los narcisistas humildes tienen grandes ambiciones, no se sienten con derecho a todo, buscan retroalimentación negativa, e incluso las adoptan. Hace unos días, escuché a una supervisora indicar cómo, cuando advino a un equipo de trabajo, decidió sentarse con cada uno de sus supervisados para auscultar que les parecía bien de ella y que consideraban que podía mejorar. Ella comparte que fue un proceso fuerte. Sin embargo, dos años más tarde, y luego de autoajustes, su equipo funciona como un “reloj suizo”. Ese proceso de apertura a escuchar “the good, the bad, and the ugly”, e incluso actuar sobre ello, la liberó de problemas con su equipo en cuanto a rendimiento, chismes, falta de calidad en servicio y otros.
Convertirse en narcisista es tan sencillo como encontrar una ATH hoy día. Por eso necesitamos rodearnos de personas que nos mantengan con los pies en la tierra, que nos compartan esa realidad tan difícil de escuchar y que nos recuerden que, cuando se vive en una burbuja, es cuestión de tiempo cuan rápido o lento se explotará.
Somos humanos; el éxito no adviene solo, y lo que distingue a los mejores es reconocer aquello que se requiere aprender, el esfuerzo y, más importante aún, cómo hacemos sentir a otras personas para lograr lo mejor de ellos.