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El gobernador científico

Lea la opinión de Armando Valdés

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Érase una vez un candidato a la gobernación, heredero de otro mandatario, que sin experiencia ni bagaje, salió por el país a buscar votos. Yendo por ese camino se encontró con un pueblo que le cuestionaba cómo, sin haber tenido un trabajo anterior, pretendía ahora dirigir los destinos de toda aquella tierra. Hasta un aliado de su tribu, al que ahora llaman, Pedro “el que debió haber sido” Pierluisi, dijo sobre el muchacho, “le falta muchísimo. Le falta experiencia, le falta capacidad, le falta madurez, le falta sabiduría, le falta muchísimo para esa posición.”

Sus asesores, viendo tan evidente debilidad, comenzaron a labrar un cuento. A Ricky lo llamarían en todo momento, hasta sus amigos de infancia, el Doctor Ricardo Rosselló. De la noche a la mañana, le cambiaron el peinado y la forma de vestir. Armaron un tinglado de alzacolas para rodearlo, alimentar su ego y hacerle creer que, aun sin haber cuadrado su propia chequera, tenía unos dotes naturales que lo habilitaban y lo hacían merecedor del más alto cargo en Puerto Rico.

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Como en el Mago de Oz, en torno al Doctor erigieron cortinas para ocultar su verdadera naturaleza. De él se escribieron leyendas y grandes mitos: hombre de las ciencias, de los planes, de la disciplina y de la lógica. Muchos medios cayeron y llevaron esas historietas hasta los últimos confines de nuestra islita caribeña. Y no fue hasta esta semana que se descorrieron definitivamente las trizas que quedaban de aquellas cortinas.

El estudio que publicó The New England Journal of Medicine, encabezado por investigadores de Harvard y de otras instituciones locales e internacionales, destapó un descuadre aterrador, horrendo e inhumano, entre el número oficial de muertes provocadas por el paso del Huracán María y la realidad que todos conocíamos sin necesitar el respaldo de una publicación científica. La conclusión del estudio coloca el total de muertes entre el 20 de septiembre y el 31 de diciembre de 2017 en un intervalo de entre 793 y 8,498 muertes. Aun si damos por cierta la cifra más baja, el número oficial del gobierno – solo 64 muertes – dejaría sin contar ni reconocer más de 700 vidas perdidas. Según los académicos, una tercera parte de las muertes se pueden atribuir a cuidado médico interrumpido o tardío.

El manejo del gobierno de este tema ha sido irresponsable desde el comienzo. El 29 de septiembre de 2017, apenas 9 días después del paso de María, el secretario de Salud, Rafael Rodríguez Mercado, defendía la gestión pública pos-huracán aduciendo a que “siempre, todos los días fallece gente por X o Y razón en los hospitales”. Según reportó Metro, el funcionario añadió que, “eso pasa todos los días; y te voy a decir algo más, pasó también cuando Katrina, pasó también en Harvey. Son cosas que no se pueden evitar. Todos los días en los hospitales fallecen pacientes”.

Quien no reconoce que tiene un problema difícilmente podrá enfrentarlo. Al negar la crisis, que en ese momento apenas comenzaba, inevitablemente tenemos que concluir que se desatendieron medidas que podrían haber evitado más muertes.

El 27 de octubre de 2017, CNN reportó que el secretario de Seguridad Pública, Héctor Pesquera, dijo que cualquier insinuación de que se estaban manteniendo artificialmente bajas las cifras de muertes era “horsehit”, o sea, mierda de caballo. Ante la publicación del informe de Harvard, Metro reportó el mismo día que se hizo público, que Pesquera, a pesar de no haber visto el informe, ya le restaba méritos aduciendo a que “no es a base de datos científicos”.

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Con ello llegamos al triste e irónico desenlace de este cuento de hadas. El 19 de septiembre de 2015, El Nuevo Día publicaba una entrevista con el entonces precandidato, en la que aseguraba ser, “un científico, todos los días evalúo datos complejos para llegar a conclusiones”.

¿Cómo entonces hemos llegado a esta encerrona para tantas familias puertorriqueñas? ¿Cómo es posible que el gobernador científico dirija un gobierno que cuestiona estudios realizados por académicos del más alto calibre, de instituciones de clase mundial y publicado en una de las revistas más prestigiosas de la medicina a nivel global? ¿Habrá sido que exageró sus credenciales como científico, que nos metieron una feca, o será que a pesar de sus muy cacareados diplomas, su instinto político heredado puede más?

Ya lo dijo Pierluisi, en la antes citada entrevista con El Nuevo Día publicada el 22 de septiembre de 2015, “en la vida todos los que toman atrechos se meten en problemas. Pienso que gente que lo rodea lo ha ensalzado y que está cometiendo un grave error, pues tarde o temprano el pueblo se va a dar cuenta de que no está preparado.”

Colorín colorado, este pueblo se ha enterado.

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