La capital de nuestro país es una ciudad extraordinaria. Sus dotes naturales no tienen rival a nivel regional. Su infraestructura, aunque venida a menos, es una zapata sólida para su desarrollo futuro. Su gente es motor vital de la actividad de todo el país. Con estas ventajas, no hay razón para que San Juan no sea una ciudad líder en todo Puerto Rico, el Caribe y Centroamérica, en la calidad de vida que les ofrece a sus ciudadanos, y como modelo de autogestión, autosuficiencia y desarrollo sustentable.
La visión de San Juan como Ciudad Líder tiene como finalidad convertir al municipio en el lugar más atractivo para vivir en comunidad y sana convivencia para todo puertorriqueño y puertorriqueña, y como el mejor destino de inversión y empresarismo no solo en Puerto Rico, sino también en todo nuestro entorno geográfico.
Una meta es repoblar nuestra ciudad y revertir las tendencias demográficas que han llevado a San Juan a perder cerca de una quinta parte de su población en los pasados quince años, una reducción de 78,659 residentes, según datos de las Naciones Unidas. Para lograrlo, tenemos que atender, a nivel municipal, de manera integral, elementos de seguridad ciudadana, salud, costo de vida, urbanismo y movilidad.
Otra meta es que San Juan sea Ciudad Líder a nivel internacional en agricultura urbana, turismo, exportación de servicios, alta tecnología, servicios de salud y de educación, e industrias creativas y culturales.
Todos estos asuntos están interrelacionados. Un parque abandonado con mala iluminación, aunque podría entenderse únicamente como un problema urbanístico, es también un problema de seguridad, de salud y de desarrollo económico. El parque se convierte en foco de actividad delictiva, es un espacio público que se inhabilita para su uso por los ciudadanos para ejercitarse, lo que contribuye a problemas de salud relacionados con la obesidad y el sedentarismo, y reduce los valores de las propiedades circundantes afectando la capacidad económica de sus dueños.
Si queremos que San Juan sea el destino más atractivo para el puertorriqueño, tenemos que competir con nuestros vecinos en el área metropolitana. San Juan tiene que reducir las contribuciones aplicables a negocios pequeños y medianos, que se ven obligados a pagar una patente sobre el volumen de sus ventas y no sobre sus ganancias, para atraer comercios que hoy deciden radicarse fuera de los límites territoriales de la capital. Además, tiene que reducir las tasas aplicables a la propiedad inmueble para promover y facilitar la compra de propiedades abandonadas en la ciudad. Siendo más competitivos ante nuestros vecinos, atraeremos más actividad económica y, aunque se reduzcan las tasas contributivas, aumentarán los ingresos municipales en la medida en que, exitosamente, atraigamos residentes nuevos, empleos y empresarios.
De igual forma, tenemos que atraer inversiones de forma activa y agresiva. La gestión de desarrollo económico no puede quedarse únicamente en manos del Gobierno central. Internacionalmente, son las ciudades y las regiones las que están a la vanguardia de las políticas sobre desarrollo sustentable. Cuando Amazon inició su búsqueda para una segunda sede corporativa, la competencia fue entre ciudades, no países. San Juan tiene que insertarse en esa tendencia a nivel global. Utilizando herramientas existentes de atracción de inversión podemos traer a la ciudad nuevos y mejores empleos. A manera de ejemplo, el municipio podría usar su oficina de desarrollo económico para hacer el trámite para empresas e inversionistas que quieran establecerse en Puerto Rico bajo las Leyes 20 y 22. A nivel local, debemos promover la reutilización de solares baldíos como huertos urbanos, proveyéndoles descuentos en las contribuciones sobre la propiedad inmueble a los dueños, y facilitándoles a cooperativas de agricultores y restaurantes el acceso a espacios donde cultivar frutos y vegetales en el corazón de la ciudad. Un modelo similar podría adoptarse para proveer espacios a industrias creativas, artistas y empresas emergentes en edificios abandonados y subutilizados.
La calidad y la belleza del entorno urbano también son cruciales, no solo en Condado y Miramar, sino también en Las Monjas, Venus Gardens, calle Loíza, Puerto Nuevo y Caimito. El rol del municipio es cuidar esos espacios públicos e invertir en la infraestructura necesaria para facilitar la actividad privada. Hace falta poner al día aceras, calles públicas y el mobiliario urbano, a la vez que se reforestan las avenidas y calles principales de la ciudad. Es necesario también establecer un sistema de seguimiento a querellas ciudadanas sobre el estado de la infraestructura municipal y crear acuerdos con empresas privadas, cooperativas y agencias del Gobierno central para el mantenimiento continuo de sistemas como el del alumbrado público. El rol del ciudadano es respetar dicha inversión de su dinero y el derecho de sus conciudadanos a disfrutar también del espacio público. Eso requiere de educación ciudadana, de reglas de estricto cumplimiento sobre la disposición inadecuada de desechos y escombros, y de un nuevo espíritu de civismo y comunidad.
Estos son solo los primeros pasos, principalmente económicos y urbanísticos, para convertir a San Juan en Ciudad Líder. En próximas columnas, estaré elaborando sobre otros aspectos de esta nueva visión para nuestra capital.