Llegó el “viernes negro” o el día de las ventas del madrugador. Este año, el frenesí del consumismo comenzó ayer y continuará por el resto del fin de semana en lo que a ofertas y especiales se refiere. Aunque muy bien podríamos proclamar que se ha adquirido cierta normalidad en el país, este período no podemos pasarlo sin olvidar la experiencia reciente que vivimos.
Es momento de celebrar la Navidad y tratar de olvidar lo malo, dentro de lo que podamos. Pasarla en familia y compartir buenos momentos. Sin embargo, no podemos regresar a la normalidad del consumo desmedido a la que estábamos acostumbrados, aunque nuestros bolsillos den algún grado de luz verde.
Tenemos que recordar que somos un país con una realidad distinta de la que siempre nos presentaron. Un país con una infraestructura y una economía frágiles, que se desmoronan ante cualquier cantazo imprevisto. No podemos olvidar las vicisitudes que pasamos en nuestros hogares y como pueblo.
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No podemos confiar en que vendrán tiempos mejores como proyectan los economistas o el Gobierno. La realidad es que, a un año y dos meses del huracán María, es muy poco lo que ha llegado de ayuda de la metrópoli para la reconstrucción. Basta con escuchar a los alcaldes de los dos partidos políticos para saber que hay un ambiente de desesperación porque ha sido imposible restaurar hogares y la infraestructura pública.
Al presidente de los Estados Unidos se le atribuye haber dado una instrucción a sus subalternos para que se detenga o limite cualquier ayuda a Puerto Rico relacionada con el huracán. Y es que prevalece una desconfianza del Gobierno federal sobre la utilización de esos fondos, tanto los ya aprobados como los que están solicitados. Con la razón o no de la Casa Blanca, la reconstrucción del país es incierta. Nuestros oficiales electos llevan hablando meses de un dinero que no acaba de llegar.
Aunque pareciera que toda esa discusión es ajena a nuestros hogares, no lo está. Nuestro país sigue tan vulnerable como lo estaba en octubre de 2017, poco después de la catástrofe. Como agravante, no parece haber una agenda de desarrollo económico sólida o una estrategia contundente para asegurar que el país se ponga de pie nuevamente reclamando ante Washington D. C. los fondos que nos pertenecen.
Así que, disfrute estos días, celebre en familia, pero deje atrás el consumismo desmedido, porque no sabemos cómo estaremos en los próximos meses. Aunque todo indica que enfrentaremos alguna mejoría en nuestra economía, no lo sabemos.