Después de celebrar tan efusivamente el arte de dar “gracias”, debemos contemplar el arte de pedir disculpas. Un acto difícil para muchos, sin embargo, sencillo de llevar a cabo y con resultados positivos palpables inmediatos. ¿Conoces a alguien que le dé pereza pedir disculpas? Cuéntale lo sencillo que es:
• Al pedir disculpas, necesitamos asumir responsabilidad. Es fácil verbalizar que llegamos tarde a una reunión porque el tapón era horroroso (el viejo truco). Sin embargo, la realidad es que, si hubiésemos salido con tiempo, llamado dos días antes para conocer la dirección a donde nos dirigíamos e, incluso, si hubiéramos preguntado el mejor lugar para estacionar, de seguro no llegábamos tan tarde.
• Enfocarse, actuando sobre los errores específicos y las personas impactadas. Si tenemos perspectiva, sensibilidad y sentido común, podemos estar claros de las ramificaciones del impacto negativo que causamos. Conozco a alguien que vive para hacerle la vida imposible a su expareja, sin considerar el efecto emocional, físico y social que tiene en sus hijos. Siempre inventa un compromiso cuando su expareja solicita estar más con sus hijos, quedando en captura de sus mentiras; sin entender cómo sus acciones tienen un impacto en su credibilidad y cómo sus hijos se sienten y emiten juicios.
• Tener autenticidad, demostrando en nuestro tono y palabras verdadero arrepentimiento por nuestro error y el resultado del daño causado. La línea gastada de “no volverá a pasar” y “me siento terrible”, como un robot con baterías casi agotadas, no tiene un impacto positivo y, en ocasiones, agrava la situación.
• Evitar emitir excusas y/o minimizar el daño. Tengo un cliente que solía tener “arrechuchos” en medio de reuniones. Sus razones: que no se había tomado las pastillas para su enfermedad, que nadie se afectaba por sus cuestionamientos agresivos y que su reacción era por cómo algunos la miraban o el tono que usaban para comunicarse con él. ¿De verdad uno puede ser artífice de tantas excusas o vivir tan lejos de la realidad?
Al igual que “gracias” y “por favor” deben ser parte de nuestra comunicación cotidiana, lo mismo debe ocurrir con pedir disculpas. Es cierto que puede ir en contra del ego, y la valentía de muchos, sin embargo, si se actúa rápido y se previenen recurrencias, es un acto que no cuesta nada y las ganancias son gigantescas.