Todavía estamos en un subidón colectivo.
En ese estado de gozo que el éxito de uno de los nuestros consigue en nuestra conciencia nacional. Nos pasa con el deporte. Y también con los concursos de belleza.
En esta ocasión, la responsable de esa sonrisa permanente ha sido Kiara Liz Ortega, una joven de 25 años, sin experiencia como modelo, mesera, estudiante de enfermería y con apenas dos meses de preparación en eso de los concursos.
Siempre he pensado que estos eventos, contrario a la noción general, pueden ser frívolos, pero para nada son inofensivos desde el punto de vista de su influencia colectiva. Estas jóvenes y esas plataformas ayudan a perpetuar o derribar nociones sociológicas sobre la “belleza” y, como consecuencia, sobre cómo los y las puertorriqueñas “debemos lucir”.
La participación de Kiara consiguió varios importantes aciertos si los evaluamos en el contexto de esta plataforma como “discurso”. Primero, porque logró validar la idea de que, para ser bella, no es necesario sucumbir a las exigencias de pasar múltiples veces por el quirófano para convertirse en un facsímil razonable de lo que otros piensan bello. Ser lo que es fue suficiente.
Segundo, porque Kiara —una mujer puertorriqueña— no renunció a su idioma materno como vehículo para expresarse en una plataforma internacional. Al hacerlo, más de uno la criticó bajo el argumento de que no expresarse en inglés habría de ser contraproducente.
Nuestra delegada domina el inglés y lo utilizó de manera efectiva a lo largo de la transmisión y semanas de competencia. Pero el domingo prefirió el español. El idioma en el que piensa, siente y ama. Un gesto que, de seguro, no guardaba agendas políticas o sociológicas, pero que, inevitablemente, envió más de un mensaje claro.
Primero, que en un concurso que se llama a sí mismo “universal” no puede ser “defecto” hablar en “tu idioma”; el que sea. Pensarlo sería validar la actitud burlona y condescendiente de la representante de Estados Unidos que, en un video en las redes sociales, señalaba como defecto que dos candidatas asiáticas hablaran en sus propios idiomas y no en inglés.
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La nuestra, Kiara Liz, habló en su vernáculo, como usted y como yo, sin penas o lamentos. Después de todo, tras cientos de años de relación política con Estados Unidos y luego de múltiples intentos de convertir el inglés en el idioma de la mayoría, en este país, sin lugar a dudas, se habla español. Y punto.
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