Estamos a casi cuatro días de acabar este año y recibir uno nuevo. Cada cual, desde su trinchera, analiza lo vivido en el 2018 y expresa sus expectativas para el 2019. Aquí mis comentarios de lo que ha pasado y lo que debe ocurrir en los próximos meses.
El 2018 ha sido un año de recuperación después del huracán, pero no al ritmo que se esperaba. A pesar del desastre que vivimos, peor que el que observaron otras jurisdicciones estadounidenses en tiempos recientes, Washington no nos ve aun como prioridad al momento de repartir los recursos.
Aunque sí hubo cierta normalización en la actividad económica en Puerto Rico durante el primer semestre del 2018, la cosa vuelve a debilitarse en las postrimerías del año y la infraestructura sigue sin repararse. Lamentablemente, la emigración sigue siendo una opción para muchos puertorriqueños.
Durante 2019 debe ocurrir, en algún momento del primer trimestre si el cierre del gobierno federal termina pronto, una inyección económica de dinero federal para la reconstrucción de nuestra isla, post María. Sí, hablamos del mismo dinero que esperábamos llegara para aquellos primeros meses del año que está por concluir. Esta “purruchá” de fondos federales supondrá un levantamiento en la industria de la construcción, aunque muchas de las empresas que han de contratrarse o la mano de obra reclutada sea importada. Con ello, todos los sectores de la economía deberán sentir un alivio a mayor o menor grado.
Sobre la importación de trabajadores o de empresas para realizar el trabajo, antes de que ello ocurra, debemos ver una unión de esfuerzos de los empresarios locales de los sectores involucrados para evitar una mayor fuga de dinero sin impacto sobre nuestra economía.
Ese “boom” en la construcción y en la economía será seguramente notable. Pero, mientras estemos gozando de esa bonanza en los próximos meses, hay un enorme reto. Se trata de ir ejecutando la implementación de un modelo económico permanente y sustentable a largo plazo. Si disfrutamos el momento sin hacer al mismo tiempo ese ejercicio, esos empleos que se crearán, desaparecerán y no sabremos qué hacer con miles de desempleados. Volveremos a la crisis, a la emigración y a un agravamiento de los problemas sociales que la pobreza trae.
Esta semana, como parte de una entrevista de fin de año que le realicé al Gobernador para Noticentro, le preguntaba sobre este asunto. Al parecer, el Gobierno anda muy enfocado sobre el futuro inmediato sin prestar mucha atención al plan económico futuro. Economistas como Heidi Calero lo han dicho y reclamado hasta la saciedad. ¿Quién está trabajando y ejecutando un plan económico permanente? ¡Tenemos que recorrer los dos carriles al mismo tiempo, el de la reconstrucción inmediata y el de la economía del futuro! Así han dicho sin muchos oídos que escuchen al otro lado.
A Rosselló le pregunté esta semana en ese contexto: En 5 años, si alguien en el exterior me pregunta, ¿Qué produce Puerto Rico? ¿Cúal usted espera sea la contestación? Me dijo, la economía del conocimiento.
Ese concepto muy esotérico y abarcador ya lo hemos manejado en el pasado reciente sin mucho éxito. Tenemos que precisarlo mejor. Urge un plan a largo plazo que nos dé esperanzas a todos para que nos podamos quedar en este terruño levantando nuestras familias.
Ese es nuestro reto en el 2019. No emborracharnos en la nota de la bonanza económica que traerán los fondos federales para la reconstrucción y sí debatir nuestro modelo económico a largo plazo.
Si eso no ocurre volveremos a la crisis más tarde que temprano y el Plan Fiscal de la Junta Federal tendrá razón cuando proyecta años difíciles, nuevamente, luego del 2020. Hagamos que ese pronóstico falle. Está en nosotros.
¡Feliz año 2019 y trabajemos por la real reconstrucción del país! Aquella que va más allá de la varilla y el cemento.