El objetivo de lograr una sociedad justa, solidaria, donde se respete la diversidad de derechos humanos y se establezca un desarrollo económico sostenible que cierre las brechas de desigualdad social son, junto a otras múltiples propuestas, objetivos fundamentales y metas trazadas entre los que pertenecemos, militamos y votamos por el Partido Independentista Puertorriqueño.
El acceso a la salud mediante un plan universal de salud, el desarrollo del comercio y la industria puertorriqueña, eliminar de raíz el inversionismo y el clientelismo políticos, proteger los recursos naturales y el medioambiente tienen que ser una agenda prioritaria. La soberanía alimentaria y el desarrollo de una agricultura sustentable, el acceso a la justicia en todas sus manifestaciones sean una realidad. Por consiguiente, luchar por la independencia de Puerto Rico es el objetivo fundamental y prioritario para iniciar el proceso de reconstrucción de nuestra sociedad y alcanzar de forma plena los objetivos sociales y económicos aquí esbozados.
La independencia tiene que ser nuestra aspiración fundamental, ya que sin los poderes políticos para ejercer plenamente nuestra soberanía, ninguna colonia, esclavizada económica, social y emocionalmente puede producir transformaciones radicales y permanentes en todos esos ámbitos.
Existen múltiples ejemplos de esta realidad; el poder que ejerce la Junta de Control Fiscal en Puerto Rico es el más claro y la solución no es enmendar la ley que la habilita ni cambiar su composición, o “mermar sus poderes”; tiene que ser eliminada y expulsada de nuestro país, y para ello es imperativo la independencia de Puerto Rico.
Existe consenso sobre lo onerosas que son las leyes de cabotaje a la economía y al comercio nacional. Se ha reclamado al Congreso de EE. UU. que nos exima de su aplicación, pero siempre han triunfado los intereses económicos que las defienden. El comercio y la agricultura puertorriqueña batallan constantemente con la invasión de megatiendas, farmacias y productos extranjeros, sin que podamos regularlos efectivamente debido a la imposición colonial de la Constitución y las leyes federales que lo impiden. La independencia surge, una vez más, como la solución permanente de estos problemas.
En Puerto Rico no podemos garantizar múltiples derechos humanos que se reconocen internacionalmente, ya que estamos a la merced del Tribunal Supremo de EE. UU., más aún, en la medida en que la composición y visión de este cambia hacia posiciones conservadoras, contrario a las tendencias de las sociedades modernas.
Estos son algunos ejemplos de nuestra realidad colonial, la lista es interminable. Por ello es que la independencia es un reclamo económico, social, humano, político y de dignidad.
Desde el PIP luchamos para romper con el bipartidismo colonial, pero no para, simplemente, administrar la colonia o vivir del presupuesto. Fiscalizamos y denunciamos desde la Legislatura y otros espacios políticos. Nuestras propuestas programáticas han provocado discusión y, aunque en limitadas ocasiones, se han acogido mediante legislación.
Por ello, cuando las pipiolas y pipiolos reafirmamos —constantemente y de frente— que somos independentistas siempre, es por nuestra convicción de la necesidad y la urgencia de la independencia para revolucionar y transformar esta sociedad en una sociedad de justicia, equidad y solidaridad. La propuesta medular es la independencia para romper y erradicar el colonialismo, para realmente comenzar a reconstruir este país.