Un periodista que convierta su noticia en viral no está incurriendo en una falta ética. Si miramos el contenido de la noticia y encontramos datos no corroborados ni fuentes fiables, entonces sí el comunicador está incurriendo en una práctica dudosa. Hoy día, el periodismo digital apuesta a convertir todos sus textos en virales porque dependen del flujo de visitantes en su página para su permanencia como medio de comunicación y para la captura de anunciantes.
Los medios digitales tienen que conocer a su audiencia para poder desarrollar los temas que se convertirán en virales, lo cual tiene que ver con gustos de la audiencia. En ocasiones, tan solo una fotografía o un video que acompaña el texto es suficiente para provocar a los seguidores. Los tiempos han cambiado; no sé si para bien, pero están definiendo la relevancia y la pertinencia de la noticia. Para los defensores del periodismo tradicional es un gusto peligroso, pues promueve el contenido simple y banal. Además, como la audiencia que entra en los contenidos digitales siempre está de prisa, olvidan que hay un periodismo investigativo que lucha por sobrevivir, aunque le quiten espacio y tiempo.
Existe el concepto de que, para permanecer vigente en la industria, tendría que acoger las nuevas maneras digitales de entrega de información. Esto no es necesariamente correcto, pues sostengo que la radio y la televisión no van a desaparecer. De lo que se trata es de adecuarse a los cambios y mantener el perfil digital como parte de los componentes para entregar la historia. Dicho de otro modo, es invertir y adaptarse al multimedia.
¿Cómo podemos convertir nuestra noticia en viral? Las noticias de última hora son las que más se convierten en virales; desde noticias sumamente trascendentales, como por ejemplo los resultados electorales o deportivos, un lamentable acontecimiento fatal o un texto que despierte la curiosidad del lector relacionado con una figura que sigan. Últimamente, todo lo relacionado con Bad Bunny le interesa a un sector digital importante. Fíjese que un asunto es interés o curiosidad, y otro, importancia del texto. Esta semana supimos que por cada publicación de la empresaria y socialité Kim Kardashian en Instagram se generan más de 300 mil dólares por auspicios comerciales y los “me gusta” que recibe. Quizá el contenido es simple, pero la curiosidad del lector es mayor. Realmente, da escalofríos esa suma de dinero porque ella vive para sus publicaciones, que no son noticias. Haga el cálculo, porque, entonces, ello genera otro debate: audiencias domésticas por contenido banal. A mí me parece que quien más ha salido ganando en la era de publicaciones digitales es el mercado del entretenimiento. Lo mismo que Jennifer López ha podido capitalizar.
En términos de las noticias, se debe ser más precavido, pues una noticia se puede convertir en viral sin fuentes que confirmen los hechos, lo que es irresponsable. Nada más compartir información no corroborada, fallecimiento de artistas, catástrofes que no han ocurrido, renuncias políticas no confirmadas y acontecimientos mágicos de recuperación de enfermedades constituye irresponsabilidad.
El filtro que colocó Facebook para identificar noticias falsas que se convierten en virales no está funcionando en todos los lugares. Y aunque se le haga difícil entenderlo, hay un sector de la población contratado para publicar falsedades y crear el caos. Si usted quiere hacer el bien y no formar parte de ese sector —hasta ahora bastante incontrolable—, debe procurar la noticia verdadera corroborada o aquella que, con la imagen y el texto, despierta emociones en la audiencia. Compartir la noticia en grupos otorga notoriedad.
La noticia, si es viral, genera opinión pública, de manera que siempre será necesario buscar los grupos que emiten opiniones para provocar el debate educado. Si la noticia genera preguntas, deben contestarse, pero no aquellas de insultos o groserías que no aportan al bien común de la sociedad. Recuerde que la promoción es la mejor aliada para que la audiencia conozca el trabajo realizado.