“Estas expresiones incoherentes son totalmente falsas…”, dijo el gobernador Ricardo Rosselló sobre la entrevista que brindó Raúl “Raulie” Maldonado Nieves, hijo del exsecterario del Departamento de Hacienda, Raúl Maldonado Gautier, al compañero periodista Rubén Sánchez y con las que lo acusó de corrupto.
Previamente, había ubicado al primer mandatario en un potencial acto ilegal, solicitando la alteración de una auditoría sobre el manejo de furgones tras el paso del huracán María. Esas publicaciones de Facebook denotaban algo raro: su ortografía y sintaxis, algo no típico para un profesional como él. Luego, cuando tuve la oportunidad de escucharlo, supuse que algo no estaba bien, su delivery, pausas, risas, lenguaje soez… No sé, como menciono, algo atípico en un contable y abogado, un profesional del que no se espera un comportamiento como ese.
Por eso coincido con el gobernador en que Raulie lució incoherente, y añado errático, lo que, a mi juicio, le pone un signo de interrogación a la veracidad de sus denuncias. No estoy diciendo que sea cierto o falso, pero, por lo menos, en mí crea dudas. Puedo entender que haya figuras, incluidas en los medios, que, por ser un señalamiento contra el gobernador, quieran darle total credibilidad porque satisface algún sentimiento que puedan tener contra el primer mandatario. En mi caso, prefiero analizar fríamente y poner en justa perspectiva la versión, obviamente desde mi punto de vista.
¿Por qué Raulie lució incoherente y errático, en mi opinión?
Primero, dice con aparente convicción que Ricardo Rosselló es un corrupto porque le llevaron información de actos de corrupción y no hizo nada. Luego le preguntan si el gobernador cometió actos de corrupción y dice que a su entender sí porque solicitó que cambiaran un reporte de auditoría. No menciona lo de la presunta información que le llevaron al gobernador y dice que “a su entender”. En otras instancias, paraba su línea de pensamiento y reía, sin aparente motivo porque la línea de preguntas de Sánchez eran muy serias. Cuando una persona profesional se expone a una entrevista pública, en un medio digital, ante todo el país, intenta proyectarse serio, más cuando realiza unas imputaciones como las que hace. No recurre a “puñeta”, “cabrón”, “mierda”, etc. en su mensaje.
Cuando le preguntaron sobre la gaveta en la que, supuestamente, había unos cheques, no pudo explicar con claridad cuál gaveta, de qué escritorio ni oficina.
“¿Y por qué usted dice que querían proteger a la primera dama?”, le preguntan. Luego de varios segundos en silencio responde con palabras estiradas: “Hubieron muchas situaciones, en ese momento, queeeeeee sí querían ayudar a Puerto Rico, pero en la manera que se dio, no fue la mejor manera, y no fue la mejor manera….. ehhhhhhhh, cuando digo cheques en la gaveta, es respecto a eso…”, y le preguntan: “¿Cheques en qué gaveta?”. Tras otros segundos en silencio, dice: “Bueno, digamos que en la gaveta deeeeeeeeeee… según que manejaba la Oficina de la Primera Dama… No sé, ¿sí?”. Ahí pueden notar cómo brinca de una cosa a la otra y, al final, se pregunta él mismo si era una gaveta en la Oficina de la Primera Dama.
Otra de las respuestas que llamó mi atención fue cómo explicaba, tras su denuncia de corrupción por presuntas irregularidades con unos furgones de abastecimientos, que su propio padre había asegurado que no hubo tales irregularidades. “Noooo hubo nada irregular, ehhh, técnicamente, busquen un poquito más… y llegamos”. O sea, hubo o no hubo irregularidades. ¿“Busquen”? En otras palabras, ¿qué él no tiene nada?. Sí, habló de que tenía una carpeta para los federales y que fueran a tocar su puerta. Hermano, si usted tiene un compromiso genuino con sanear nuestra administración pública, repito, si es genuino, acuda a la Chardón y no lo condicione a que vayan a su casa.
En mi impresión, como dije, lució errático, con un delivery incoherente, y mi pregunta es si queremos forzar una credibilidad ignorando esos detalles que planteo. En una entrevista que brindó en Jugando pelota dura, dijo que tenía mucho coraje por el despido de su padre.
¿Recuerdan ustedes el nombre de Andrés Sánchez Delgado? Se convirtió en una “estrella mediática” cuando lanzó acusaciones de corrupción contra Carlos Romero Barceló en el año 2000. Era el chofer del hoy senador Carlos Rodríguez Mateo, a quien acompañaba para arriba y para abajo. Se le brindó absoluta credibilidad porque argumentó que presenció los alegados actos de corrupción. Incluso, describió con exactitud lugares de la Casa Blanca y la oficina de Romero Barceló para validar que estuvo en esos lugares junto a su exjefe y el exgobernador. Al igual que Raulie, solicitó someterse a polígrafo.
Finalmente, trascendió que fue un invento, admitido por él mismo, y alegó que la campaña de Aníbal Acevedo Vilá estuvo detrás de todo, que le habían ofrecido dinero. Mi punto no es si esas imputaciones sobre ambos excomisionados residentes son verdad o no. Mi argumento es que cuando se hace un señalamientos contra una figura como un gobernador, y me sospecho más si se apellida Rosselló, quienes quieren que sea cierto, de distintos sectores, se busca la manera de ignorar contextos y circunstancias porque pueden afectar algún propósito.
Si el joven Maldonado dice la verdad o no, eso está por verse. Por el momento, analizando la forma en que se expresó, su comportamiento escrito y verbal, al menos una ceja le levanta a cualquiera, y ese detalle fue ignorado en la cosa mediática, siendo parte de lo ocurrido.