Todos nosotros, en nuestros trabajos diarios y en la vida, tenemos que bregar con diferentes personas y personalidades. Algunos nos caen bien. Otros nos son indiferentes. Y hay incluso quienes nos desagradan y nos entorpecen la vida.
Pero tenemos que bregar con todos ellos porque si no, nos cerramos todas las puertas.
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Cuando uno ocupa un puesto alto – como Gobernador de Puerto Rico – uno tiene que trabajar con decenas o cientos de personas. Y tratar de mantener la mayor cantidad de puertas abiertas.
El éxito de un gobernante estriba en su habilidad de persuadir a los que no están del todo convencidos, avivar a los allegados, inspirar a quienes necesitan esperanza, y torear a los escépticos o quienes tienen agendas encontradas.
Ricardo Rosselló ya no puede hacer ninguna de esas cosas. Se quedó sin espacio. Nadie jamás lo va a ver como antes. Por eso tiene que renunciar inmediatamente.
En el Puerto Rico del 2019, un gobernante tiene que poder trabajar con los siguientes grupos:
- El presidente de Estados Unidos
- La Asamblea Legislativa de Puerto Rico
- La Junta de Control Fiscal
- La prensa
- Los tribunales federales
- La diáspora boricua del Partido Demócrata
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Ya Ricardo Rosselló no tiene credibilidad con ninguno de ellos tras sus insultos y mofas a cada uno.
Tiene que renunciar. No porque sea mala persona. No porque le falte inteligencia. Tiene que renunciar por un asunto operacional: no puede sostener relaciones profesionales con ningunos de ellos a estas alturas y, por ende, no será efectivo.
Vayamos por cada uno de estos componentes.
- Le ofreció un puño en la cara a Donald Trump y, debido a los escándalos de corrupción recientes, abonó al discurso presidencial de que en Puerto Rico se roban el dinero federal. Puerta cerrada en Casa Blanca.
- Se burló consistentemente del Presidente del Senado y llamó “mamabicho” al Presidente de la Cámara, un hombre que aprobaba su legislación y que le hizo campaña. Puerta cerrada en la Asamblea Legislativa.
- A la Junta de Control Fiscal le dijo “go fuck yourself”. Sus ayudantes más cercanos le llamaron “gatita” a la directora ejecutiva y su representante ante la Junta dijo “fo” al referirse a Natalie Jaresko. Puerta cerrada en la Junta de Control Fiscal.
- Sus más cercanos colaboradores se refirieron de una manera totalmente sexualizada a dos periodistas televisivas y dijeron que un columnista era un “cabrón”. Algunos de sus colaboradores – que irónicamente son abiertamente gay – también se mofaron de la sexualidad de Mayra López Mulero Puerta cerrada en la prensa.
- Tres de sus principales abogados señalaron que el Juez Gustavo Gelpí les faltaba el respeto, que había que “marcar” al monitor federal Arnaldo Claudio y sacarlo del medio. Todo esto en un proceso en la corte federal al cual el gobierno se sometió voluntariamente para transar una demanda del Departamento de Justicia federal contra la Policía. Puerta cerrada en el tribunal federal.
- El gobernador catalogó a Melissa Mark-Viverito, una demócrata importante en Nueva York y representante de la diáspora boricua, como una “puta”. Puerta cerrada.
Son demasiadas puertas cerradas. No tiene para dónde coger. Cuando hasta los amigos son mamabichos, es obvio que se ha quedado sin espacio. Con tantas puertas cerradas, no tiene salida.
Tiene que abrir la única puerta que le resta: la de renunciar. No porque sea mala persona, sino, en cambio, porque ya no puede gobernar efectivamente.