Tras develarse la madeja de intrigas, conspiraciones , planes mezquinos e inmorales que ocurrían a diario en Fortaleza, se estremeció el país. Quedó de manifiesto el rostro oculto, pero real, de señores embriagados de poder atentando en secreto contra toda la población. Todos, maliciosamente, se ocupaban en robar nuestros sueños y la esperanza de ver a nuevas generaciones tomar el timón para garantizar el bien colectivo.
Esos que reclamaron el turno de gobernar traicionaron a las mujeres, a nuestros viejos, niños , religiosos, a las comunidades LGBTTIQ, periodistas, enfermos, discapacitados, adversarios políticos, trabajadores, maestros, policías, estudiantes universitarios, correligionarios, artistas y a sus propias familias. Ese afán de ejercer el control desde la erótica del poder alimentó el monstruo interior que los habita. Esa criatura se hizo robusta al punto que se los tragó.
Aún falta mucho por ser develado. El tránsito de estos señores por Fortaleza ha dejado a su paso mucho dolor y devastación . Mientras esos pocos disfrutaban los manjares del poder, el país reclamaba la mano amiga, sensible y humana de su gobernante. El dignatario estaba muy ocupado liberando su estrés entre panas de infancia, su corrillo. Los lacayos participaban del festín, gozando la distracción del jefe para adelantar sus mezquinos intereses, siempre el lucro…el billete.
La buena noticia es que los puertorriqueños, en Puerto Rico y desde la diáspora, escucharon el grito matutino que desde mi espacio radial repito a diario: ¡DESPIERTA BORICUA! Y despertaron. La situación exige transformar ese despertar en acción concertada entre todos como amantes de esta bendita tierra. Hombres y mujeres, independientemente de nuestras diferencias ideológicas o de otra naturaleza, la ocasión compromete la conciencia de un pueblo que aspira a un mejor futuro . Quizás, hacía falta este jamaqueón para compartir el resurgimiento de la esencia que nos distingue como puertorriqueños. Miremos esta experiencia como la oportunidad para rescatar nuestros valores, principios y aspiraciones en el interés de asegurarnos que este vergonzoso suceso no se repita.
Pienso que solo desde la unión de voluntades podremos superar esta página de la historia reciente de Puerto Rico. Lo apremiante es retomar el rumbo y remar hacia una misma dirección. La meta será edificar el país que merecen los hijos de esta tierra, donde quiera que se encuentren. Fortalecer el compromiso de no volver a descuidar por apatía o indiferencia el lugar que ocupamos en la historia cotidiana que nos corresponde. El legado para futuras generaciones es un asunto de todos … se llama dignidad.