Esta semana trascendió que el exgobernador Ricardo Rosselló cambió la declaración de su candidatura a la reelección para la gobernación a una de “candidatura no definida”. De inmediato, comenzaron las especulaciones de si Rosselló regresa a la papeleta en el próximo año.
Señores, eso no va a pasar. ¿Por qué? Les explico.
Hace menos de un mes, Ricardo Rosselló se convirtió en el primer gobernador expulsado por el pueblo de Puerto Rico. Sí, renunció a su cargo, pero no fue de manera voluntaria. Lo hizo bajo la presión de una ciudadanía que, casi en su totalidad, solicitaba que saliera del puesto. La animosidad contra Rosselló no ha bajado, e incluso, aunque las manifestaciones bajaron, creo que, con todas las cosas que han trascendido después de su salida, es posible que esa animosidad haya incrementando.
¿Para qué quisiera Rosselló regresar a la contienda política? ¿Para gobernador? De ese puesto acaba de salir, y no fue por un caso de corrupción que luego salió “limpio de polvo y paja”. Salió por su comportamiento “tras bastidores”, por las burlas a diversos sectores, por los comentarios machistas, etc.; usted conoce el resto de la historia. No creo que esa hinchazón baje de aquí a las próximas elecciones.
Uno podría pensar que, quizás, siga los pasos de su padre y busque un escaño en el Senado, o cualquier otro puesto, pero no lo veo. Considero que el pueblo, en general, lo tomaría como otra burla del exmandatario y no le darían su voto de confianza. Creo que la pregunta más importante es: ¿puede ganar confianza y credibilidad en 15 meses para cualquier puesto?
A pesar de lo que pienso, hay un análisis que, ciertamente, uno no puede ignorar. Para salir electo, por ejemplo, en la Legislatura estatal por acumulación, bastan entre 80,000 y 90,000 votos. ¿Puede haber esa cantidad de penepés dispuestos a votar por él? No me sorprendería. Jorge De Catro Font salió electo habiendo sido arrestado por corrupción y descalificado para correr por el PNP. Al momento de ocurrir los hechos, se hizo tarde para cambiar la papeleta y salió electo.
Uno supondría que el apellido Rosselló es fuerte y de arraigo en el PNP. ¿Realizaría Ricardo la “campaña no campaña” y “prestaría su nombre” desde Estados Unidos para que voten por él como su padre hizo en la primaria de 2008? ¿Qué ocurrió en ese evento electoral? Pedro Rosselló salió seriamente lastimado, electoralmente hablando, y fue haciendo campana aquí. ¿Tuvo Ricardo alguna vez la fuerza que tuvo su papá en el PNP? Si la respuesta es que no, pues entonces sus posibilidades son remotas, o muy poco probables, aunque sea para un puesto que requiera 80,000 o 90,000 votos.
Ahora, imagine que sí, que decidiera venir a hacer campaña. ¿La haría desde un celular posteando información y sin casi contacto con el pueblo al que le pide la confianza? ¿O se tiraría a la calle porque el pueblo “lo aclama”? ¿Cómo piensa que lo recibirían? ¿Vería usted a los demás líderes del PNP abrazándolo? Lo veo muy difícil. Correría solo. Vamos más allá.
Supongamos que un batallón de fanáticos penepés lo lleven a la Legislatura. ¿No habría manifestaciones? ¿Habría confianza en él como legislador? No puede legislar desde Estados Unidos, así que tendrá que asistir al Hemiciclo, ir a comer a algún restaurante o cafetín durante su día de trabajo. Digo, a menos que, para evitar malos ratos en la calle, lleve una lonchera con su arrocito, habichuelas y pollo para almorzar en la oficina, como miles de puertorriqueños. ¿Podrá vivir tranquilo y feliz a partir de enero de 2021 siendo legislador?
¿Puede esperar para usar los 2.5 millones recaudados en 2024 y mover una posible aspiración para ese evento electoral? Hasta donde entiendo, ese dinero tiene que ser usado para una candidatura en el próximo evento electoral; no puede dejarlos para 2024, 2028 o 2032. Pero eso no es todo. Lo que recaudó como candidato a la reelección, desde el momento en que anunció esa candidatura hasta que anunció que no aspiraría, tendría que devolverlo a sus donantes si no fuera para gobernador en 2020, hasta donde sé.
Por eso les digo, el panorama es muy adverso para una candidatura suya el año que viene, y aunque podría equivocarme, me atrevo a decir que Ricky no va. ¿Para qué, entonces, cambiar a candidatura no definida? Para ganar tiempo y ver qué hacer con ese dinero más adelante, estudiar qué alternativas hay, si es que existen, para no tener que, necesariamente, devolverlo a los donantes o entregarlo al Estado. Es lo que se me ocurre pensar.