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Posible recesión

Lea la opinión de Alejandro Figueroa

Todo apunta a que la economía mundial va hacia una desaceleración, y posible recesión.

La tasa de crecimiento de Alemania, típico motor de Europa, cayó por debajo de cero. Gran Bretaña prepara una salida potencialmente caótica de la Unión Europea. Las guerras comerciales azotan a China, Japón y Corea del Sur. El crecimiento de Estados Unidos se ha desacelerado, en parte por las mismas batallas comerciales.

Antes de que Donald Trump fuera presidente, los líderes mundiales reaccionaban a señales preocupantes con una avalancha de reuniones y anuncios. Prometían reforzar sus políticas económicas mutuamente y reaseguraban a los mercados financieros que alguien estaba a cargo. Así sucedió en medio de la crisis financiera de 2008.

Pero esta vez no, y Trump es una de las razones principales. Un buen ejemplo es la más reciente cumbre del Grupo de los Siete (G-7). El G-7 surgió en 1975 para este tipo de situación: como una acción conjunta para evitar una recesión. Sus miembros incluyen a Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia y Canadá.

Una reunión normal del G-7 produce una extensa declaración en la que los líderes enumeran acuerdos, como los esfuerzos para impulsar el crecimiento y resistir el proteccionismo.

Este año, el frente común nuevamente se hizo sal y agua, en gran parte por el rechazo a la declaración de consenso por parte de Trump. El obstáculo principal es el comercio, específicamente, la decisión del mandatario estadounidense de hacer de los aranceles punitivos una parte central de su estrategia económica.

Seamos realistas: los economistas afirman que las guerras arancelarias de Trump hacen más probable una recesión. Incluyen a su propio designado como presidente de la Reserva Federal, Jerome H. Powell, quien señala que las batallas comerciales parecen perjudicar la fabricación y el gasto de capital de Estados Unidos.

Pero no se trata solo del G-7. Hay otras formas en que las grandes potencias pueden trabajar juntas para enfrentar una crisis económica.

Sin embargo, en la historia reciente, esas iniciativas han funcionado solo cuando Estados Unidos da un paso al frente. Ningún otro país tiene los medios. La Unión Europea está demasiado desunida; sobre China pesa una gran desconfianza. Desgraciadamente, Trump no parece interesado en asumir ese rol de liderazgo, no; al menos si significa incluir a otros que no siempre están de acuerdo con sus puntos de vista.

Si llega una recesión, la cooperación internacional podría, con suerte, acortarla. Pero ¿qué sucedería si Estados Unidos ya no quiere liderar ese intento? Con Trump, podríamos descubrirlo.

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