No todos los jefes son líderes. El ejemplo más grande que tenemos es el presidente de los EE. UU., Donald Trump. ¿Qué es jefe? Sí, lo es. ¿Qué es líder? No creo. No tiene ninguna de las características que relaciono con un liderazgo saludable, con esa persona de quien todos pudiésemos aprender a pesar de los errores que pueda cometer, y a quien quisiéramos tener como “jefe” por mucho tiempo.
El líder equivocado es el que cree que llegó al éxito el día que le dieron el título. Nunca entendió que, con ese título, el que sea, está empezando desde cero. Todos hemos trabajado en lugares donde vemos personas llegar a posiciones de supervisión o liderazgo felices porque por fin pueden dar órdenes y otros tienen que obedecerlos. El componente de mentoría y de fomentar el trabajo en equipo no existe para ellos. La actitud es más una de “Yo mando y ustedes breguen.” Podría dar varios ejemplos en la política local, pero vamos a evitarlos por ahora.
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El líder consciente y saludable reconoce sus fortalezas y debilidades, y eso quiere decir que, aunque tiene fe en sus talentos, busca siempre aprender de aquellos que pueden saber más que él. No tiene miedo a la competencia y, por lo tanto, disfruta validando y desarrollando las fortalezas de otros.
Mientras el líder equivocado busca atribuirse todos los logros de su equipo, al correcto no le molesta para nada quedarse atrás y permitir que los demás se lleven el mérito. De la misma forma, sabe tomar responsabilidad por sus errores cuando es necesario.
El líder equivocado casi siempre olvida de dónde vino. En vez de utilizar la fuerza del camino recorrido como materia prima para construir lazos de empatía con aquellos que tiene a su cargo, la convierte en fuente de humillación y de menosprecio. El problema, a la larga, es que aquel que olvida de dónde vino, en realidad, nunca va a saber hacia dónde va. Es posible que hoy la vida te presente la oportunidad de ser líder en algún área de tu vida. ¿Cuál vas a ser tú?