La insistencia de utilizar nombres peyorativos en reportajes periodísticos constituye una falta ética inexcusable.
Siempre consideré imprudente llamar viuda negra a la convicta Aurea Vázquez. No sé quien se ideó ese titular, pero no guarda relación con los acontecimientos del caso y es hasta segregacionista.
En periodismo, constituye una falta ética colocar sobrenombres a las personas implicadas independientemente de las razones. Recuerdo el hombre, ya fallecido, que fue nombrado el monstruo de Utuado por la matanza de su familia. Cada vez que se mencionaba por los medios de comunicación y salía en letra mayúscula el nombre acuñado, la familia de este solicitaba trato justo porque le afectaba negativamente escuchar semejante etiqueta a su pariente.
A lo largo de la historia, siempre se han acuñado nombres, menciono, por ejemplo, el del famoso fugitivo Antonio García López, mejor conocido como Toño Bicicleta. Una figura mediática por los sobrenombres adoptados y las fábulas construidas alrededor de su nombre. En otro intento por capturar la atención de la audiencia, en Italia se acuñó el nombre de Foxy Knoxy a la joven estadounidense Amanda Knox, acusada del asesinato de su compañera de cuarto. Las implicaciones de utilizar el apodo de infancia de la joven Knox en los titulares ocasionó la denuncia de la familia a la prensa por imprudentes, así como ribetes de demandas por las implicaciones sexistas. Considero que la pugna por sostener altos índices de audiencia provoca imprudencias éticas.
Aunque la audiencia es igual a negocio para los medios de comunicación, hay que plantear que no todas las herramientas pueden ser efectivas. De hecho, la falta ética puede causar la indignación de la audiencia y, por consiguiente, bajos índices.
Recientemente, en Gran Bretaña ha incomodado el tratamiento periodístico dado al tema del Brexit. Un tema sofisticado para ser discutido por expertos de gobierno y economía. Afloró el desconocimiento en las publicaciones y el sensacionalismo al utilizar el término Brexit salvaje para describir las implicaciones.
En Puerto Rico, la insistencia en la descripción de las escenas criminales raya en la imprudencia. No tiene pertinencia describir dónde se encontraron las vísceras ni cuánto tiempo la víctima estuvo agonizando. Si pensamos más en los familiares y nos colocamos en su situación, el tratamiento de la historia será diferente.
Sugiero más conocimiento legal y menos morbo, de manera que, cuando se cubra el juicio, puedan detectar las contradicciones y acciones que tomarán las partes implicadas. Se pueden aumentar los índices de audiencia identificando los temas de interés para poder mejorar los contenidos periodísticos.
Se ha identificado el problema de que un sector de la audiencia prefiere leer los titulares a los contenidos. Ello es una situación delicada para el medio de comunicación, pues se prefiere la simpleza a la estructura de la historia completa. Se ha detectado que, al colocar titulares llamativos, más personas entran a leer el contenido en su totalidad. Pero, cuidado, estamos pisando la peligrosa línea entre la búsqueda de la audiencia y el respeto a los valores del periodismo.
No se puede recurrir a apostar a todas con tal de ser tendencia. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar?
En esta coyuntura, cuando se coloca sobre la mesa la publicación de noticias falsas y la falta de credibilidad, es necesario revisar los parámetros de calidad en los contenidos entregados.
Estamos en un proceso de cambio constante ante las exigencias y gustos de la audiencia. Sin embargo, los valores periodísticos siguen intactos.
La llegada del mercado digital y nuevas plataformas de información no significan faltas éticas, seducción, propaganda y sensacionalismo.