Con la llegada de un nuevo año son muchas las resoluciones que se promueven, la inmensa mayoría vinculadas a la salud, la familia y el porvenir. Siendo el año de la última sesión legislativa y año de elecciones, son varias exigencias colectivas para el año nuevo.
Debe ser el año de la máxima protección de las pensiones de miles de personas que están siendo amenazadas por la Junta de Control y los bonitas, y gestar un contundente rechazo al acuerdo con los bonistas en la AEE, que aumentará la tarifa eléctrica en perjuicio del país.
Debería servir el año para comenzar a discutir y cambiar modelos sociales, como el de la salud, para que deje de ser un negocio, se reconozca como un derecho humano y promovamos un plan universal de salud. Trabajar nuevos paradigmas para atender la crisis de la criminalidad, el narcotráfico y la drogodependencia. Actuar ante el grave problema que representa la baja participación laboral y sus diversas consecuencias. Continuar la defensa de la educación y la escuela pública, así como nuestro patrimonio cultural. Instituir la equidad de género y garantizar la amplitud de la libertad de las personas. Promover la defensa del medioambiente, los recursos y la planificación urbana. Devolverle a la clase trabajadora en el empleo público y privado los derechos arrancados y crear nuevos derechos de acuerdo con los tiempos en que vivimos.
La Legislatura tiene que enfrentar a la Junta aprobando en la Cámara el rechazo a su presupuesto, combatiendo sus políticas neoliberales y, siendo la expresión más burda del colonialismo, es preciso comenzar un verdadero proceso de descolonización.
Más allá de pedir cambios en las elecciones, los electores tendrán la responsabilidad de evaluar sus ideas, de qué lado han estado los candidatos, a quienes les responden, como expresa Juan Dalmau, es el año del “carácter y el historial”. Estoy convencido de que si hacemos ese ejercicio político, tendremos una transformación política e iniciaremos el proceso hacia una patria nueva.